Cuando la política se va degradando

Cuando la política se va degradando

Fabio Herrera Miniño.

La actividad política está sumergida en un proceso de degradación en todos los órdenes de la vida que provoca una vergüenza en los sectores nacionales que quisieran ver a un país más organizado y respetuoso a las leyes y reglas de una convivencia humana acorde con la calidad del ser humano racional. Este siglo XXI nos ha traído la novedad de una desaparición de aquellos valores humanos que le daban razón de ser a la vida en convivencia y armonía de todos los sectores. Ahora existe una agresividad para desplazar al que era su compañero y con la ayuda de las redes sociales todos los valores se han distorsionado cuando lo que predomina es arrollar al prójimo para alcanzar sus objetivos por lo general ilícitos buscando la forma de enriquecerse. La actividad política nacional ha caído en el basurero de la intriga y cada dirigente busca la forma de hundir al rival utilizando las armas más burdas con tal que su mentira hunda al rival en la ignominia de manera que prevalezca su versión como la única acción respetable. El antagonismo que muestran los políticos en las proximidades de un evento electoral impulsa a los dirigentes a ser más agresivos en sus acusaciones. Estas van desde que no saben gobernar, que son improvisadores hasta atacar los programas de salud pese a que la epidemia del Covid-19 se controló exitosamente. Pero no acuden a apoyar a las autoridades en sus esfuerzos para controlar la invasión haitiana que cada día adquiere ribetes de una pandemia incontrolable que nos va arropando y podría barrer con la nacionalidad en menos de tres generaciones. Nuestros valores nacionales del patriotismo están en juego frente a una inercia que la mayoría del pueblo no le hace caso mientras diariamente el suelo dominicano es pisado hasta ahora por las hordas pacíficas de los seres humanos de occidente que vienen a salvar sus vidas, escapando de un terreno árido con los recursos dominicanos que hasta ahora le están dando soporte en su subsistencia con el trabajo que es rechazado por los dominicanos desde que la caña de azúcar dejó de ser prioritaria en la economía del país. Entonces, los valores que antes existían en la actividad política, se han transformado en una carrera de arrebatos y meteduras de intrigas para aplastar al rival de manera que los más osados, y con fuente casi inagotable de recursos, prevalezcan en una sociedad indefensa ante la sagacidad de los políticos que saben muy bien como hundir al rival. La idea es que todo el mundo pierda lo que fuera necesario para rescatar los valores que una vez quisieron ser paradigmas de una sociedad sana y sin la maldad innata que ahora se exhibe sin el temor de que sean rechazados por los sectores serios. Ya la actividad política está muy contaminada por la presencia del dinero mal habido.

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El lavado de dinero del narcotráfico y acciones para eludir el pago de impuestos y llegar a componendas empresariales para sostener apalancadas a sus empresas exhibiendo un desparpajo de sus riquezas que muchas veces responden al servicio del poder, evidenciando que la sociedad está sumergida en el estercolero de la hipocresía y sin temores de castigos le dan rienda suelta a sus vicios para ser osados en los diversos actos de corrupción.