Cuando la reelección es necesaria

Cuando la reelección es necesaria

JOSÉ MANUEL GUZMÁN IBARRA
Hay consenso en casi toda el alma nacional en señalar que «uno de los actos más irresponsables y mezquinos del presidente Hipólito Mejía fue la modificación de la Constitución de la República con el único objeto de abrir paso a su repostulación».

No hay que hacer un ejercicio muy exhaustivo para recordar que el presidente Mejía irrespetó los entornos económicos nacionales e internacionales, al someter al país a tensiones políticas enormes con tal de lograr sus objetivos, entre ellos la reelección. Si bien la crisis económica y financiera se hizo enorme con la quiebra por fraude de tres bancos comerciales a partir del 2003, no menos cierto es que las causas de la crisis se habían sembrado desde que se había decidido como estrategia de comunicación desconocer los logros económicos del gobierno del PLD, minando la confianza, y desde que se hicieron dos emisiones de bonos soberanos con gran irracionalidad.

Lo realmente irresponsable de aquella reforma constitucional fue el carácter inmanente y mezquino de la misma. La propuesta de cambiar la prohibición de la repostulación inmediata, por la de dos períodos consecutivos sin jamás poder postularse, fue las más indignas de las acciones de aquel gobierno; pero no tanto por reinstaurar la reelección, consustancial a nuestro péndulo de fórmulas políticas desde el nacimiento de la República, sino por hacerla obligatoria.

¿Hacer obligatoria la reelección? Ni más ni menos. En el esquema que se impuso al Presidente Balaguer en el año 1994, la reelección consecutiva estaba prohibida, pero luego de un período, podía presentarse para un nuevo período. Sin embargo, con la modificación, el dilema para un Presidente en funciones es un ahora o nunca.

Todo el que conoce al presidente Fernández sabe que su visión personal del quehacer político no se circunscribe a las funciones de Presidente de la República. En la historia, para su partido, será siempre el primero que lo llevó al poder, y que luego repitió la hazaña en un momento crucial para el partido. Y frente al electorado, de cara al país, sus dos períodos le dan credenciales suficientes para presentarse como un Presidente comprometido con el desarrollo económico e institucional, sea en períodos consecutivos o fuera en el futuro. Así, su decisión de repostularse, en este esquema creado por el PRD, no le dejaba ningún grado de libertad.

Si se quiere limitar al presidente Fernández en sus funciones, como pretende Participación Ciudadana, el resultado es la legitimación de las aspiraciones del PRD, quien además de haber promovido el sistema vigente no ha dado muestra ninguna de corregir los entuertos creados en el plano institucional o económico. Limitar, regular, criticar la forma de hacer campaña en estos momentos para el partido de gobierno o para la oposición es improductivo, no por la reelección como algunos alegan, sino porque el candidato presidencial del PRD tiene más de un año haciendo campaña.

Hay una clara diferencia en lo intentado por Hipólito y la repostulación de Leonel Fernández. Mientras en aquella ocasión cada paso que se daba minaba la confianza en los actores económicos y sembraba el camino de la crisis económica (y no sólo financiera), en la actualidad el compromiso del gobernante sigue firme en mantener la estabilidad macroeconómica, en mantener niveles de un dígito en la inflación y continuar por la senda del crecimiento económico.

La reelección no está desbordada, al menos no tanto como vemos a la oposición, decidida a usar toda la publicidad posible, y como antaño, cualquier ataque irresponsable, cualquier argumento demagógico y cuanto argumento, incluyendo el plagio, sea necesario, sin importar las consecuencias ni su veracidad. Muchos dominicanos recordamos dolorosamente que la no reelección, en ocasiones, puede ser muy dañina: sin Leonel vino un Hipólito, sin Clinton vino Bush. El dilema actual no es abstracto, si el país elige al candidato del PRD volverán los mismos que crearon la crisis económica, los mismos que por tres veces nos han sumido en la desesperanza.

El dilema no gira alrededor de si conceptualmente la reelección es dañina. Hoy lo que tenemos que tener claro es que la reelección es necesaria. Ante el imperativo de institucionalizarnos, la única salida, por paradójico que pueda parecer, es la continuidad del Presidente Fernández.

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