Cuando la Ruta de la Seda se hizo a la mar

Cuando la Ruta de la Seda se hizo a la mar

La región de Chaoshan, al suroeste de China, fue uno de los principales puertos de partida de la Ruta de la Seda Marítima.

En la actualidad sus pobladores reivindican su importancia histórica y la identidad única de aquellos chinos que se lanzaron al mundo a bordo de juncos.

Durante siglos, China comerció con el mundo exterior a través de la Ruta de la Seda, esos caminos que a través de Asia Central movieron productos, dinero, ideas y religiones entre Occidente y Oriente. Pero lejos de allí, en las costas del sur de China, también acabaría naciendo una Ruta de la Seda que por el mar llegaría al sureste Asiático, el subcontinente indio, África y algunos dicen incluso que América.

La región de Chaoshan, en el este de la provincia de Cantón, con una cultura muy particular y muy diferente a la de otras partes de China, fue uno de los principales puertos de partida de aquella Ruta de la Seda Marítima. Y hoy en día es también una de las zonas del gigante asiático que reivindica con mayor fuerza su importancia histórica y la identidad única de los chinos que se lanzaron al mundo no en camellos, sino a bordo de juncos.

Zona poco conocida. Chaoshan se encuentra en los límites de la provincia de Cantón con la vecina Fujian, lejos del delta del río Perla, que es el gran centro económico y cultural del sur de China. Una zona en las que se ubican Hong Kong, Macao, Shenzhen o la ciudad de Cantón, capital provincial.

La lejanía de esas grandes urbes hace de Chaoshan un lugar poco visitado por turistas, pero también da a sus habitantes gran personalidad e independencia.

Por ejemplo, en Chaoshan (nombre formado por las sílabas de sus ciudades más famosas, Chaozhou y Shantou) se habla uno de los dialectos más interesantes del chino, el teochew que, según los filólogos, es uno de los que más fielmente conserva la forma de hablar de los antiguos chinos. Los chaoshaneses son además orgullosos cultivadores del que para ellos es el mejor té del país, conocido como el “té kung fu” (gongfu cha), y pasan largas horas tomándolo en sus tiendas, que se dediquen a lo que se dediquen suelen tener casi siempre una mesa tradicional para servir el té.

En Chaozhou y Shantou el tiempo parece detenerse cuando un tendero, tras hacer negocio con el cliente, le invita a tomar el té y lo sirve con una ritualidad que en otras zonas de China ya se ha olvidado. Algunos atribuyen la pasión de los habitantes de la zona por tomar té al gusto por el ocio, el “dolce far niente”.

“Los habitantes de aquí tienen fama de ser un poco perezosos, porque recibían dinero de sus parientes trabajando en el extranjero y no necesitaban trabajar”, comenta una visitante de Chaozhou.

Pero para que existan habitantes locales perezosos, también ha tenido que haberlos muy trabajadores, como aquellos que, sobre todo desde el siglo XIX, emigraron al sureste asiático (Tailandia, Singapur, Malasia…) en esa misma Ruta de la Seda Marítima que sirvió antes para comerciar.

El que dicen es el hombre más rico de Asia Oriental, el magnate inmobiliario hongkonés Li Ka-shing, nació en Chaozhou, y su nombre y fotos están por todas partes, recordando las donaciones que ha hecho en proyectos educativos, empresariales o sociales a la tierra de sus ancestros.

La belleza de Chaozhou. Chaozhou, con unos 2,5 millones de habitantes (la mitad que la vecina Shantou) es una ciudad con un centro histórico de gran belleza, desconocido incluso por los mismos chinos que no son de allí.

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