Cuando la vida cambia en un ‘abrir y cerrar de ojos’

Cuando la vida cambia en un ‘abrir y cerrar de ojos’

En su segundo internamiento tuvo serios problemas en el estómago.

Víctima de un accidente. Heechul Ann Mateo, un joven estudiante de medicina, fue atropellado por un conductor que ni por responsabilidad ni humanidad lo auxilió, y mucho menos ha asumido culpa. Hoy, desde su cama, libra una batalla por volver a caminar y retomar su vida normal

Conductas imprudentes, como el exceso de velocidad o el consumo de alcohol y drogas pueden tener consecuencias irreversibles. La vida puede cambiar drásticamente con un accidente en cuestión de segundos, luego hay que reconducirla. Muchos terminan en la morgue.

Un ejemplo de ello es la historia de Heechul Ann Mateo. El sábado 16 de enero de 2021, a la 5:00 de la tarde, cuando el toque de queda contemplaba libre tránsito solo hasta las 3.00 de la tarde, el joven estudiante de medicina de UNIBE fue atropellado. ¿El conductor del vehículo? un supuesto vecino en la calle El Cerro de Arroyo Hondo por 17 años, aún así lo dejó abandonado. Hasta el momento no ha dado la cara.

1C ¡Vivir 9 1p04
Heechul Ann Mateo junto a su novia.

Desde estonces su vida no ha sido la misma.
“El accidente ocurrió mientras esperaba un delivery de comida frente a la puerta de mi casa. Ni siquiera pude ver qué tipo de vehículo me atropelló. Me dicen que fue un Camaro”, cuenta.

Ann Mateo lamenta que el responsable fue un vecino que emprendió la huida después del evento.
“Y no apareció en ningún momento hasta después de que se comprobó que todavía seguía con vida”, lamenta.
Todo cambió… Además de que la persona que me atropelló me dejó abandonado, las ambulancias se tardaron en auxiliarme y llegaron sin los equipos necesarios para tratar a un paciente en mi condición.
“A partir de ahí mi vida es un calvario. Dolor físico, dolor emocional y mis sueños se están esfumando”, dice con tristeza el joven estudiante.
A la fecha le han realizado tres cirugías y todavía faltan, cuenta…
“Tengo una intramedular en el fémur derecho, reconstruyeron el plato tibial de la rodilla izquierda y posteriormente removieron dos de los tornillos de la pierna derecha porque el fémur no estaba sanando, de hecho, tenía un trozo de hueso flotando que me causaba dolor”.

Duró un total de seis meses en cama con movilidad nula. Recuerda que una de las situaciones más emocionalmente desgastantes, durante todo este proceso, fue el último día de su primer internamiento.
“Para ese entonces necesitaba apoyo constante para poder evacuar, ya que no podía hacer ningún tipo de movimiento”.

Segundo internamiento. Además de los traumas del accidente y las secuelas emocionales, también sufrió daños en el estómago.

Una gastritis causada por los medicamentos suministrados en la clínica, provocó un segundo internamiento. Llegó a la clínica -narra- bajo un posible diagnóstico de sangrado abdominal.

Del cielo al infierno. “Este accidente marcó un punto decisivo en mi vida, aún hasta la fecha sigo experimentando un dolor horrible, ya que no puedo tomar analgésicos. Encima de eso, estoy consciente que voy a cargar con las repercusiones el resto de mi vida, después de todo, perdí mi trabajo, ahorros, movilidad”.

Todo su mundo cambió. “Muchísimas cosas cambiaron: hacía voluntariados, excursiones, viajes, entre otras cosas y ahora no voy a poder hacerlas por años y está la posibilidad de que no las pueda volver a hacer nunca”…
El joven, que está sumido en una depresión, siente que su vida se arruinó completamente; toda planificación que tenía, cualquier posibilidad de beca, cualquier premio, reconocimiento, etc.

Explica que su familia quedó devastada. “El dolor más grande de todo esto es que después de mucho tiempo trabajando, ahorrando y esforzándome pude volver a retomar mis estudios. Ahora estoy afectado por el accidente”.
Sufre toda la familia. El joven estudiante también tiene que ver sufrir a sus seres queridos, pues encima de eso, su madre quedó con secuelas, trauma y daño psicológico a consecuencia del accidente, de sentirse insegura en su propia casa y de casi perder a un hijo de esa forma.

“Actualmente soy un manojo de emociones caóticas y desorganizada. Estoy deprimido y frustrado por ver cómo no solamente voy a perder años de mi vida en este proceso que es largo, doloroso y costoso”.

Hablemos de perdón. Yo no le guardo rencor a mi agresor. “Pero tristemente, cada día se me hace muchísimo más difícil aceptar la irresponsabilidad de esa persona, la negligencia, la indiferencia y la humillación constante que he tenido que soportar por parte de la persona que causó el accidente”, concluye.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas