Creo, amigos, que lo primero que todos debemos aprender es amar a la vida.- Dostoiewski.-
Sólo en el tormento aprendemos a conocer la vida, sólo cuando el dolor destroza el corazón es cuando se siente necesidad de amor, fuera de esos instantes parece que los hombres nos olvidamos de los otros hombres y con nuestro egoísmo, con nuestra vanidad, vamos sacando las raíces del amor que sembramos en los instantes de dolor. Y es entonces cuando el odio surge con su manto de sangre y cubre la superficie del globo de dolor y de miserias, de vencidos y vencedores, de humillados que llevan latente el deseo de venganza y de vencedores que descargan todo su odio, todas sus fuerzas, como queriendo destrozar el último vestigio del vencido.
Amor, cuán maravillosa esta palabra es; cuánta alegría encierra este concepto. Cuando se ama todo cuanto nos rodea, nos parece que somos realidad viviente en cada uno de los objetos, cosas o personas motivo de nuestro amor.
Repartir amor por doquier, amarnos sin distinción de razas, ni de perjuicios, es la misión de nosotros en el mundo; trabajar incesantemente hasta llevar el amor al último rincón de nuestra madre tierra; limpiar de asperezas nuestro camino y el de la futura juventud; hablar a los hombres, a los jóvenes, a las mujeres, a todos los seres que el universo pueblan, de amor, de bondad, de fraternidad, de justicia, de libertad; hablarles como si se tratase de una persona a quien debemos muchas consideraciones, a quien tenemos por recto deber hablarle con todo respeto y admiración; pero no con miedo, ni mucho menos con deseos, ni en la primera oportunidad que se nos presente arrojarle la bofetada del desprecio y humillarles, no, porque debemos de ir educándonos en el deber, no en la obligación, de las buenas costumbres, porque amando sentiremos la inmensa bondad del corazón, la gran caridad de nuestro espíritu y nuestra paz y la de los demás.