MARTHA PEREZ
La mañana del miércoles 15, justo cuanto daba una ultima mirada al artículo que trato de enviar cada semana a este prestigioso diario, para la gentil publicación, llamó abiertamente mi atención la lluvia de comentarios que pude escuchar a través de dos programas radiales matutinos, en torno a las declaraciones del señor Miguel Mejía, Secretario General del Movimiento Izquierda Unida, MIU, y Secretario de Estado sin cartera, en una entrevista realizada y publicada por el Listín Diario en la edición de ese día, relacionada con la licitación de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE) para la instalación en el país, de dos plantas a carbón, de 1,200 megavatios. Aquel artículo, por supuesto, no era este.
Necesariamente volví a escribir.
El tema de la entrevista, como tal, no era nuevo, pues la propia CDEEE entendió como pertinente publicar, en espacios pagados, detalles sobre la adjudicación de las plantas, procurando informar y edificar a la opinión pública. Indistintamente, y en otro orden, las Asociaciones de Industrias y la de Jóvenes Empresarios, ANJE, se refirieron -y duramente- al tema, a manera de protesta; y este medio también tocó el tema de la licitación y adjudicación en la columma Coctelera de su edición del martes 14.
Las publicaciones, comentarios y/o reacciones al respecto giraron en torno a la parte fundamental del asunto, con un sentido y criterio de respeto, de buena intención, en apego a la voluntad gubermental del desarrollo de una ética pública de responsabilidad compartida en la gestión transparente del Estado y sus instituciones. Sin entrar en juicio de valor sobre el tema, considero que en ese espíritu, también se expresó el señor Miguel Mejía. Pero, las declaraciones de Mejía en el referido periódico, que citan el calificativo de amañada usado por una tercera persona, en conversación con él, para referirse a la precitada licitación, lo que han generado es una reacción hacia lo personal, de parte de reconocidos profesionales de la prensa, a través de medios radiales y televisivos, con lo que se apartan totalmente del rol que les corresponde desempeñar desde esos importantes canales para la información precisa y oportuna, la orientación y la educación ciudadana, siempre en apego a la verdad.
Miguel Mejía, más que calificardo de, fue prácticamente acusado por esos profesionales de la comunicación, de agente de Chávez, segundo embajador de Venezuela, comerciante petrolero, entre otros calificativos deformados, que no guardan relación alguna ni con el tema de sus declaraciones ni con su trayectoria personal y
política. Esa actitud mal sana llama la atención y abre muchas interrogantes, sobre todo, proviniendo de comunicadores sociales, personas en las que debe predominar el concepto de lo objetivo a la hora de emitir sus opiniones públicas hacia la sociedad receptora, como lo hacen muchos ejemplos que honran a la clase y al país.
Cuando lo personal se antepone a lojuicioso, a lo institucional, la naturaleza animal del ser humano aflora y lo vuelve capaz de desvanecer el más fortalecido sentimiento y cualidad humana o de arruinar la más emprendedora de las ideas, que sólo se forjan y se mantienen, en base a la inteligencia que bien usada destaca la intelectualidad, y a las buenas prácticas, que ejemplarmente ejecutadas destacan una conducta propia y estable, independientemente de la condición social o racial. Cuando lo personal se antepone la irracionalidad se impone. La sociedad dominicana no resiste mas irracionalidad.
Pese a los evidentes avances logrados en estos dieciséis meses del presente gobierno, vivimos un momento complejo, matizado por una realidad interna y la de nuestro entorno geográfico mas cercano. Estamos en una coyuntura electoral, de características especiales, que demanda el apoyo al PLD y fuerzas aliadas en una concertación electoral y programática con amplias garantías político-sociales, para seguir fortaleciendo la institucionalidad democrática. Tenemos un presidente empeñado en incrementar esas garantías. Es saludable evitar que se agreguen otros ingredientes desnaturalizadores, de los que siempre se pretenden colocar sobre el oleaje; porque de todos, los que van y vienen; y los que siempre están, aunque ocultos, (y ya me referí a las honrosas excepciones) ninguno es tan puro como el que siempre da la cara con respeto y sinceridad, porque nada tiene que ocultar, honrando la amistad y sobre todo, los principios y el interés nacional.