Cuando los curas puedan parir, nos entenderán

Cuando los curas puedan parir, nos entenderán

Ellos son los dueños de su cuerpo. Tienen más fuerzas que nosotras y jamás podrán imaginar lo duro que es que te obliguen a tener sexo cuando no quieres: queda un vacío y un dolor que jamás se marchan.

Sumarle a eso un embarazo ha de ser devastador. ¿Cómo amar el producto de algo que te hace sentir miserable? ¿Cómo tenerle para luego abandonarle? Cualquiera de las opciones es inviable.

También es terrible pedirle a alguien que lleve a término un embarazo que al final no será más que un amasijo de carne y huesos que morirá pronto porque tiene anomalías incompatibles con la vida. ¿Por qué no evitar ese dolor?

No, para los curas nuestros argumentos no son válidos. La vida para ellos está por encima de la vida misma. Como nunca sabrán lo que es ser violada, apuestan por el producto de esa violación en desmedro de la vida de esa mujer que sido mancillada.

Tampoco les importa lo que pase con ese feto mal formado o con ese bebé con severas patologías que tal vez sólo venga a sufrir. Claro, ellos no los parirán.

No, no podemos permitir que nadie nos obligue a parir en circunstancias adversas. Por eso, aunque la Iglesia insista en rechazar cualquier tipo de aborto, tenemos que reclamar que se mantengan las excepciones incluidas en el nuevo Código Penal. Aquellas que serán conocidas en audiencia pública por el Tribunal Constitucional (TC) el próximo lunes a las 9:00 de la mañana.

Estemos alerta. Con el TC, compuesto por jueces que parecerían haber sido elegidos para negar derechos, nos puede ir francamente mal. Oremos, como la Iglesia, pero por nuestras propias vidas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas