Un gran mérito de Mario Puzo fue, precisamente, el de haber sacado a la luz pública, no solo las intimidades de la mafia estadounidense, sino la racionalidad de su conducta criminal. Cuando el Padrino roba, mata, soborna o protege, se trata de una conducta racionalmente elaborada. No improvisa, en absoluto; nada hace por impulso, inspiración o maldad. La obra “El Padrino” es un valiosísimo trabajo socio-gráfico, de sociología y antropología urbana, que nos permite entender la conducta criminal como un patrón de adaptación de un grupo de inmigrantes a una sociedad llena de oportunidades pero de un alto nivel de hostilidad para los que no son parte del establecimiento, o no se conforman a sus reglas. Quienquiera que desee crecer más allá de lo que el sistema acepta, tendrá que ejercer y sufrir violencia, es decir, la violencia estructural, pautada y expresada en las leyes y el sistema de instituciones, y en las costumbres y toda la cultura oficial de la sociedad.
Las respuestas o formas de adaptación propias de los grupos de inmigrantes suelen basarse en vínculos consanguíneos, afectivos, en la comunidad de lenguaje y valores de su cultura y sociedad de origen; que suelen ser extrañas y a menudo indescifrables para la sociedad recipiente.
Esas diferencias lingüísticas, étnicas y culturales en general, crean natural rechazo en la sociedad anfitriona, y generan (fuerzan) respuestas y mecanismos de compensación y adaptación en los grupos inmigrantes. Así como los haitianos nunca pudieron controlar y ni siquiera enterarse de la conspiración de Duarte y los trinitarios, especialmente, porque no desarrollaban empatía, ni participaban de los mecanismos informales de comunicación (y chismografía) local; tampoco podemos, los dominicanos de hoy, entender a fondo cómo se mueven y a qué se dedican los inmigrantes haitianos, aparte de lo que ocasionalmente ven nuestros ojos: las duras tareas que realizan diariamente. No así, cuando se dedican al narco o al contrabando y a muchas otras cosas que ni siquiera sospechamos, y sobre las que tan solo especulamos; o los medios de prensa y el decir de la gente nos “informan”.
Puzo se ganó el respeto de los mafiosos porque su descripción y su narrativa eran bastante apegadas a la verdad; y mostraba también que un mafioso era tan humano (amoroso, sobrio o despiadado) como cualquier ciudadano. Mostró además, que el crimen mafioso era racionalmente calculado, como el crimen de Estado, el de guerra y otras formas violentas de los que controlan el mundo (Camus).
Aunque como cualquier miembro del establishment, sea rey de España, príncipe de Inglaterra, o se llame Donald, también tienen pasiones, emotividades y vicios personales.
El Padrino (II) también tenía inquietudes y necesidades espirituales, y no dejó de sorprenderle que hasta en el santo Vaticano hubiese perversidades. El Obispo que lo confesara le explicó: “Así es realmente toda Europa: una sociedad que ha tenido dos mil años de cristianismo sin que la palabra y la fe de Cristo le hayan llegado a su corazón”. Han decidido obviar a Dios sin intentar siquiera conocer su propuesta.