Hace miles de años existió un líder que poseía cualidad están admirables, que son propicias de resaltar, en un tiempo como este. Aguerrido, valiente y esforzado.
Tenía la capacidad de llevar las cargas del pueblo que lideraba, ejerciendo una autoridad basada en la justicia y en el derecho, de forma humilde y con la mayor de las mansedumbres.
Teniendo todas las riquezas y el poder que le proporcionaba el imperio más grande del mundo, en este contexto histórico, lo abandonó todo, en aras de cumplir su propósito en la tierra, el cual estaba ligado a libertar, proteger, suplir y conducir a Israel, hacia la tierra prometida.
Tenía una meta por delante: agradar al Dios Eterno, quien lo había elegido para ser maestro de la verdad y dar todo de sí, en aras del bienestar de cada israelita.
En esta hora, donde la contienda electoral es ardua, sería de gran edificación, que quienes buscan con insistencia alcanzar la dirección de nuestra nación, estudien con detenimiento la vida de Moisés, la política que aplicó eficazmente, y, sobre todo, sus motivaciones para permanecer conduciendo al pueblo de Israel, por cuarenta años y, junto a ellos, vencer cada obstáculo que se presentaba, en el camino.
Con él Israel marchaba seguro. Así estuvo siempre.
Cuando llegó el tiempo de su salida, Josué, quien había sido designado para ocupar la honrosa posición de gobierno, ante su temor y pensamientos de imposibilidad, escuchó la voz del Todopoderoso, decirle: “Esfuérzate y sé valiente, en cumplir mis mandamientos, para que te vaya bien y tengas éxito”.
¡Cuán diferente sería el destino de los dominicanos si los que corren la carrera electoral, conocieran y aplicaran este consejo!
¡Que se levanten líderes que anhelen con diligencia emular a Moisés y a Josué!
Volveríamos a ser ese pueblo alegre, capaz de disfrutar de una paz y de una seguridad nunca antes vistas, porque el gobierno de los justos se habría instaurado.