Cuando los matrimonios se rompen 

Cuando los matrimonios se rompen 

POR ANNA JIMÉNEZ
¿Ha llegado usted a dedicarle todo el tiempo libre en el matrimonio a esta forma de esparcimiento? ¿Qué es demasiado, en cuanto a ver televisión?

Cuando las cenas ya no son de pareja, sino que la televisión es parte integrante de sus encuentros; cuando sus sentimientos son más fuertes por una película que por el otro; cuando les irrita cualquier distracción que impida continuar viendo un programa o sienten que se les trastorna la vida porque el televisor no funciona, su vida conyugal puede estar sufriendo una seria amenaza.

Muchos expertos aseveran que ver demasiada televisión puede resultar devastador en los matrimonios. Ver televisión es un acto pasivo que llega a convertirse en sustituto de las relaciones íntimas de una pareja, y acaba por inhibir la cercanía. Si los casados atienden al aparato más de una o dos horas cada noche, quizá estén mejor sintonizados con la pantalla chica que entre sí.

Los integrantes de la pareja no tienen que hacerse caso cuando están viendo televisión. Es como si quisieran dormirse temprano para huir uno del otro.

La pantalla chica ejerce un efecto muy negativo en matrimonios que atraviesan por problemas emocionales, sexuales o financieros, los cuales prefieren no encarar. Aparte de que desperdiciarán el tiempo “enchufados al televisor”, los casados no comunicativos no encontrarán ayuda para resolver sus dificultades en el contenido de muchos programas populares. Lo que la gente ve generalmente en la televisión es tan irreal que, junto a ello, esforzarse por sacar adelante un matrimonio verdadero parece tan divertido como picar piedras.

Sin embargo, si una pareja está acostumbrada a conservar el televisor encendido siete horas diarias, renunciar a el de pronto podría causarle ataques de nervios. En vez de eso, lo mejor es dejar el hábito poco a poco, a medida que los integrantes de la familia se vayan interesando cada uno en las vidas de los demás.

Tome en cuenta los siguientes consejos si desea disminuir su consumo de televisión:

 Tenga sólo un televisor en casa. Como mínimo, no sería mala idea deshacerse del que se encuentra en el comedor.

 No recurra al televisor porque siente que necesita una niñera para usted mismo, o una fuente de “ruido de fondo”. Si no lo está viendo, apáguelo.

 Adquiera el hábito de encenderlo solo cuando sepa que pasan un programa o película que le interese en particular, y no simplemente porque ahí está.

 Y cuando vea televisión en compañía de su cónyuge, siéntense los dos muy juntos en el sofá o la cama, de preferencia abrazándose o tomándose de las manos. Para muchas personas, la televisión es un medio de relajarse después de un arduo día de trabajo. No obstante, ciertos estudios parecen indicar que no es un buen calmante. Según las investigaciones hechas en la Escuela de Investigaciones Annenberg, Filadelfia, la televisión puede alimentar en la gente estados de ánimo caracterizados por la angustia y el recelo.

El psiquiatra de Los Ángeles, Lawrence Friedman, afirmó en cierta ocasión: “Estoy convencido de que muchísimos divorcios podrían evitarse, pues se deben en parte a que en la televisión se aplican soluciones muy simplistas a problemas complejos, y esto influye en la gente. Mis pacientes hacen con frecuencia aseveraciones como: Si pudiera yo dar por terminado este matrimonio, todo se arreglaría. ¡Esto es absurdo!”

Por tanto, en vez de divorciarse de su consorte, divórciese de su televisor. Cuando logre verlo menos, podrá esparcirse más y disfrutar de la vida con sus hijos, sus amigos y su pareja. Al fin y al cabo, como observa el psicólogo Urie Bronfenbrenner: “El principal peligro de la pantalla chica no reside tanto en la conducta que induce, como en la que desalienta”.

Pasos prácticos

Lo primero es definir la situación, así que una vez que el divorcio ya sea una realidad hay que comunicárselo a los hijos.

Olvídese de la idea de que los niños no se dan cuenta de lo que sucede o que entre menos sepan mejor. Debe informárseles sobre la situación, evitando los detalles. Aclare y conteste las dudas de sus pequeños, pero tomando en cuenta su edad. Lo mejor es que ambos padres juntos les den la noticia. Un ejemplo puede ser “papi y mami tomaron la decisión de divorciarse, es decir que ya no van a vivir juntos porque pelean mucho, se dicen cosas feas. Pero a pesar de que papi y mami no vivan más juntos seguimos siendo una familia, solo que papi vive en una casa y mami se va a quedar viviendo con ustedes (si ese es el caso, sino aclare con quién se van a quedar ellos)”.

Debe aclararles si van a seguir viviendo en la misma casa, si van a seguir yendo a la misma escuela, los días que van a ver a papá o mamá, las llamadas telefónicas, etc.  Es importante que se definan días fijos con el fin de crear mayor estabilidad en los hijos y no decirles cosas que después no se van a cumplir, pues eso podría tener mayores secuelas. Explíqueles que a pesar de que mamá y papá ya no vivan juntos todo lo demás seguirá igual. Sí hace esta afirmación, debe estar seguro que nada más va a cambiar. No les de falsas esperanzas de una posible reconciliación. Es importante, si la situación es de separación y no han definido aún un divorcio, no mencionarlo a sus hijos hasta que no sea definitiva. Si es separación, dígales que por un tiempo se van a separar porque necesitan resolver algunas situaciones. Otro aspecto importante consiste en no inventar historias, decir mentiras y evadir el tema. Recuerde que el niño comprende lo que sucede a su alrededor y tarde o temprano se va a enterar, y lo mejor es que se entere por sus propios padres. De lo contrario, sus hijos se sentirán defraudados y le perderán la confianza.

Divorcio ¿Qué decir, qué hacer?

Ayude a que sus hijos sufran menos. Se ha comprobado que el divorcio causa un fuerte impacto, con secuelas traumáticas tanto para la pareja como para los hijos. Sin embargo, por mucho que la pareja sufra, como adultos poseen una madurez emocional que les permite enfrentar esta situación de mejor manera en comparación con los niños.

Para los pequeños, la situación es diferente porque debido a su edad se les dificulta comprender situaciones dolorosas, llenas de ansiedad y temor. De ahí, antes de tomar la decisión de divorciarse, tome en cuenta cómo va a enfrentar esta crisis con sus hijos. El divorcio sin lugar a dudas siempre va a afectar a los hijos, por lo que es importante pensar en ellos.

Sea objetivo

 Evite discutir delante de sus hijos, póngase de acuerdo con su expareja para tratar la situación.

 Cuando hable con sus hijos esté seguro de que puede manejar la situación, es decir, que emocionalmente usted se sienta bien.

 Si no desea dar la noticia junto a su expareja por favor no le transmita sus resentimientos a sus hijos. No hable mal, sea objetivo. Póngase de acuerdo con su familia para que no hagan comentarios llenos de enojo en contra de alguna de las partes.

 Aclare todas las dudas y preguntas que sus hijos le hagan. Si ellos le hacen preguntas relacionadas con la causa, mantenga la posición original como por ejemplo, “que no se llevan bien y que por eso es mejor que vivan separados”. Conforme sus hijos crezcan ellos irán preguntando y usted deberá enfrentarse a eso, a pesar de cual halla sido la situación. Eso sí, no olvide tomar en cuenta la edad del niño y su desarrollo emocional.

 No se refiera a la causa con enojo y al final diga que a pesar de eso usted no le guarda rencor. Si es responsable, también podrá contar la situación sin rencor, sin crear resentimiento en sus hijos. Si el caso fue por infidelidad no brinde detalles innecesarios, no siembre odio ni resentimiento.

 Mantenga la misma disciplina, reglas, castigos. Esto con el fin de no crear alianzas de que papá no regaña y mamá sí. No deje que la culpa por la situación que está viviendo lo lleve a ser permisivo, la disciplina debe continuar. Eso sí recuerde que la buena disciplina va de la mano con el amor. Abrázelos, dedíqueles tiempo, dígales que los ama.

 Nunca le hable mal a sus hijos sobre su expareja, a pesar de cual haya sido la situación. Ello crea mucho resentimiento y amargura en el corazón de sus hijos.

 No los ponga en medio de las situaciones ni los utilice como mensajeros. Usted debe comunicarse directamente siempre con su excónyuge y no a través de sus hijos.

 Sus hijos nunca deben ser sus confidentes. Busque una persona de confianza o ayuda profesional con la cual usted pueda elaborar su dolor y sobrepasar esta situación, pero nunca involucre a sus hijos.

 Si usted tiene una nueva pareja no involucre a sus hijos hasta que su nueva relación sea definitiva.

 Si se va a casar debe comunicarlo. Recuerde que esto para sus hijos es de nuevo otro cambio radical, en cambio, para el adulto es un nuevo comienzo. Trate de mantener la misma rutina, converse con sus hijos, valide sus sentimientos, conozca que sienten.

 Póngase de acuerdo con su nuevo cónyuge con respecto al manejo de disciplina, si él o ella tiene hijos defina cómo va a ser la relación con estos.

 Al reorganizar su vida, tome en cuenta que debe compartir con sus hijos, dedíqueles calidad de tiempo, coordine sus actividades y no los deje de lado. No olvide detalles, como quién va a cuidarlos, ayudarles con el estudio. Si trabaje llámelos cuando lleguen a la casa después de la escuela.

 Recuerde lo más importante en medio de la crisis es brindarles la mayor seguridad afectiva posible.

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