Se ha convertido en costumbre cada fin de año hacer una evaluación de los acontecimientos acaecidos durante el periodo de los últimos 12 meses. Particularmente en lo económico, por lo que prácticamente todos los medios de comunicación como comentaristas y analistas hacen esos enfoques o invitan a personalidades a participar en esos análisis. Sin embargo, cada cuatro años, producto de los procesos electorales, los periodos de Navidad adquieren características especiales, ya que de alguna manera se encienden los motores de los partidos y de los políticos. Razón por la cual los análisis y pronósticos se realizan en este tiempo con matizaciones particulares. Y en cierto modo, más que verdaderos análisis y propuestas, los comentarios se politizan o parcializan.
No quiero decir que las matizaciones son necesariamente malas, sino que, como está en juego el poder y los partidos están en pleno ajetreo electoral, existe la tendencia a que pierdan la objetividad. Y de ese modo, en vez de propiciar enfoques con propuestas que pongan la gente a pensar y a las autoridades a corregir, se convierten en simples argumentos de campaña. Provocando contradicciones, sin que algunos lo perciban, ya que, en condiciones diferentes, defendían lo que hoy critican.
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Los que tenemos muchos años acumulados estamos acostumbrados a ver estas repeticiones y a ver cómo van cambiando los discursos. Como si se hubiese producido una amnesia total o que los espectadores no piensan.
Es una lástima que políticos y partidos no sean capaces de enfocar sus críticas con propuestas entendibles, lógicas, razonables. Porque no se trata de pedir que no se realicen críticas, sino de que las mismas se ajusten a la realidad que vive el país. De ese mismo país que ellos quieren dirigir. Ese país que tiene fortalezas y debilidades. Muchas de cuyas debilidades son arrastradas o heredadas del pasado.
No pretendo decir que todo lo que sucedió ayer fue negativo y que todo lo que sucede hoy es absolutamente correcto. Lo que quiero destacar es que, los análisis de fin de año que se hacen en coincidencia con los procesos electorales, son diferentes a los que se realizan los fines de años normales.
Jamás defiendo aquello en lo que no creo correcto. No importa quién esté gobernando. Lo que quiero destacar es que no se deben utilizar argumentos que de alguna manera distorsionen la realidad. Porque en los períodos navideños todos los Gobiernos han realizado actividades, sobre todo en las navidades que coinciden con procesos electorales. Y si bien se han realizado con la intención de ayudar al prójimo, no caben dudas que contienen ciertos ribetes partidarios. Y si alguien tiene buena memoria, podrá recordar de donde salió aquella expresión de: “Comesolos”. Porque fue precisamente en unas navidades en las que se repartieron las funditas a escondidas.
Aquí todos nos conocemos. Este es un país con generosidad. Dado al perdón y al olvido. Deseoso de que haya paz y bienestar. Y aunque estamos en pleno proceso electoral, les pido a los políticos, de todos los partidos, que recuerden que al final del proceso seguiremos viviendo aquí. Y que no abusen de la generosidad de los dominicanos. Feliz Año 2024.