¿Cuándo nos animaremos a encontrar el petróleo?

¿Cuándo nos animaremos a encontrar el petróleo?

JOSE BAEZ GUERRERO
j.baez@codetel.net.do 
Desde mediados de los setenta en los Estados Unidos no se construye ninguna nueva refinería de petróleo. Pese a tener reservas importantes, los americanos tienen tantas leyes y regulaciones, que a los inversionistas se les hace difícil explorar o excavar nuevos pozos. A medida que sube el precio del petróleo, el dólar va debilitándose, y uno se queda con la misma duda de la gallina y el huevo, a ver cuál es causa y cuál efecto.

Lo cierto es que el interés nacional dominicano no coincide con el de los gringos, ni con el de los productores (Venezuela y los árabes), ni con el de las grandes empresas petroleras. Parecería que la crisis energética está diseñada para fuñir a los países chiquitos importadores netos de hidrocarburos. ¿Qué hacer?

A mi juicio, dejar de pensar en chiquito. Como ninguna otra, esta crisis presenta claras y grandes oportunidades. Podríamos construir una gran refinería, aprovechándonos de la necesidad de los americanos y el deseo de los árabes de expandir sus negocios. Suena difícil, pero están dadas todas las condiciones: un mercado ávido, financiamiento disponible, suplidores deseosos, y un gobierno recién electo que necesita un gran proyecto que traiga un chorro constante y grande de inversión extranjera.

Al mismo tiempo, deberíamos designar  a Diandino Peña como ministro de hidrocarburos, encargado de fomentar las exploraciones, con el encargo de dedicar iguales energías y recursos públicos que los dedicados al Metro de Santo Domingo a encontrar petróleo o gas, aunque sea a su manera. 

Es sabido que hay petróleo. He referido antes que mi antepasado Damián Báez Méndez fue un auténtico pionero en esto, beneficiando petróleo en Azua. Mi abuelo Tuto Báez llegó a recibir pagos de una empresa norteamericana por la extracción de petróleo de los pozos de Maleno, a principios del siglo XX. En aquel momento no resultaba rentable la explotación de ese petróleo, ya que salía mezclado con agua o era muy sulfuroso, y el precio del barril no justificaba la inversión para su aprovechamiento.

Habrá oposición rabiosa, como de costumbre, pero el país lo que necesita es que el Gobierno interprete el mandato del pueblo, que le ha confiado resolver una crisis que exige de ideas grandes, voluntad de acero y visión de futuro. En materia de energía, esto no se arreglará con más de lo mismo.

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