Cuando pedimos más competitividad ¿Qué entendemos?

Cuando pedimos más competitividad ¿Qué entendemos?

Ligia Bonetti, presidenta de la Asociación de Industrias, señaló ante el Senado que pese a que se han pactado acciones para apoyar a los sectores productivos, los problemas estructurales siguen ahí, “guiados por un modelo económico que prioriza el endeudamiento, los sectores de servicios y las importaciones versus la producción”.

El cierto que el país registra un déficit comercial con la mayoría de sus socios, y también es cierto que el DR-CAFTA no ha sido aprovechado en todo su potencial, y que poco se ha logrado en lo que concierne al aumento de las exportaciones. Tal como argumentó la economía dominicana presenta un “panorama difuso”, ante su dependencia de flujos inestables de remesas, inversión y préstamos, el reducido crecimiento e las exportaciones en términos reales, porque a pesar del incremento promedio del PIB en un 6% durante 2005-2012, y según afirmó, la industria, redujo su participación en el PIB de un 32% en 2004 a un 23% en 2013.

Los sectores empresariales están en una cruzada pidiendo medidas para aumentar la competitividad. Destacándose las variables como son: el grado de sobrevaloración o subvaloración del tipo de cambio, los niveles de sus tasas de interés, existencia abundante de recursos naturales, mano de obra barata, política gubernamental en general y/o en ciertas actividades específicas, cercanía con los mercados, leyes proteccionistas, y que los socios comerciales estén en crecimiento. Y tienen razón en señalar esos elementos como claves para la competitividad del país.

Ninguna nación es competitiva de manera generalizada, es decir, nunca es competitiva en todo. Las naciones, según Michael Porter, registran condiciones competitivas, sólo en algunos sectores, en los cuales tienen éxito exportador y muestran condiciones dinámicas de productividad y eficiencia. ¿Qué estamos pidiendo cuando pedimos aumentar nuestras ventajas competitivas?

Explícitamente se pide un cambio en el modelo económico. Y se señala al Estado como el responsable de la falta de competitividad y a las políticas públicas como generadores de las ineficiencias. Sin embargo, no suelen destacar la propia capacidad empresarial de crear valor a partir de mejor gerencia, innovación, y vocación de riesgo. Tampoco es común citar que RD es uno de los países con menor presión tributaria, ni suele plantearse una mejora y pleno funcionamiento de la Seguridad Social como herramientas que lejos de restar competitividad, la fortalecerían.

En estos días, por ejemplo, se ha hecho mucho énfasis en la reforma al Código Laboral. Los sectores empresariales genuinamente se sorprenden ante la poca receptividad que en la población tienen sus argumentos. Al parecer, cuando el sector empresarial pide un aumento de la competitividad, la población intuye que falta algo y que sobra algo. Falta distribución de la riqueza y falta entereza en resolverlo.

Si la población ve en el concepto “competitividad” una herramienta para aumentar la desigualdad no puede haber sorpresa ante la indiferencia de la población. Y tómese nota, no se resuelve con estrategias de comunicación. La competitividad tiene que darse en el marco de un pacto social.

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