¿Cuándo podremos las mujeres vivir sin miedos?

¿Cuándo podremos las mujeres vivir sin miedos?

Elvira Lora

¿Cuándo podremos las mujeres vivir sin miedos?. La vida republicana comienza con un feminicidio: el perpetrado por Pedro Santana contra “la comunicada” María Trinidad Sánchez, a un año de alcanzada la independencia, el 27 de febrero de 1845.

En los anales de la historia, las violencias han permanecido ocultas; sin embargo, es imposible negar que en otros episodios de la construcción de la Nación latieron con ímpetu ejercicios hegemónicos del poder que potenciaron la situación de vulnerabilidad de las mujeres en los espacios públicos. Allí estaban ellas, pese a los impedimentos y limitantes de su condición de “no ciudadanas”.

Ya no puede negarse, tampoco, que las violencias han estado presentes en los hogares, derribando la creencia de que en el pasado eran “espacios seguros, de amor incondicional y recíprocos, instancias de paz y bienestar”, como lo ha escrito la socióloga costarricense Edda Quirós Rodríguez.

De hecho, desde 1923, cuando las dominicanas unidas por la maestra normal Petronila Angélica Gómez en torno a la revista Fémina (1922-1939) se suscriben a la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas, advierten sobre la presencia de las desigualdades provocadas por las violencias perpetradas por carencias de derechos en el matrimonio y los salarios; la vigencia de artículos como el 438 -en España- que penaliza el adulterio sólo en las mujeres, y daba facultad, incluso, de asesinarlas; el impedimento que tenían de estudiar las consideradas “profesiones liberales”.

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Las bases de la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas, redactadas por la mexicana Elena Arizmendi, tienen su origen en la “Cruzada de mujeres españolas”, que impulsaba desde 1906 la periodista feminista Carmen de Burgos, y la cual fue suscrita por las sufragistas Victoria Kent, Clara Campoamor y la Marquesa de TercCobc, entre otras, quienes veían como su destino era quedarse confinadas al terror, la barbarie, el descrédito, pérdida de sus hijos e hijas. ¡Vivían en completo miedo!.

Las feministas, las sufragistas, alzaron la voz contra el terror. Precisaron que no eran suficientes los códigos, se requería de una nueva educación, que permitiera la paz en los países y el hogar. Era esa una de las urgencias de ser sujetos de políticos, con igualdad para elegir y ser elegidas. Puesto que:

“Vivían los hombres dominicanos, acostumbrados a mirar en nosotras las mansas ovejas, dispuestas a acatar en todo tiempo sus órdenes aun cuando con esto no nos llevásemos de encuentro nuestra felicidad, y la de nuestros hijos y tal vez la de ellos mismos, porque en los hogares faltaba la armonía que establece la confianza y la libertad individual, y el amor y la tranquilidad caminaban por incierto derrotero, con rumbo al fracaso. Empero; una voz gritó desde lo alto: ¡Despierta! (…) Así nació el FEMINISMO (sic) en Santo Domingo porque la rebeldía es hija legítima de la opresión”, Consuelo Montalvo de Frías, en Fémina, 1932.

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