Detrás del regreso alegre de miles de dominicanos, cada año, en diciembre, está la historia personal de los emigrantes y la historia económica del país. Estudios especializados revelan el perfil del nacional que puebla ciudades de EUA y Europa, el desarraigo, el esfuerzo, la discriminación. Una visita a cualquier aeropuerto, en la época navideña, permite una evaluación informal de lo que para algunos es un drama y para otros la única manera de sobrevivir y vencer la miseria. La bienvenida es un espectáculo y ratifica, de manera empírica, lo que el análisis formal plasma en cifras y variables. Referirse a la transformación social dominicana, ocurrida en las últimas décadas, impone, necesariamente, la evaluación de la diáspora. La recomposición social dominicana está inextricablemente ligada a las legiones de emigrantes. Usos y costumbres adoptados por las familias de los nómadas, otrora impensables, transforman patrones de conductas legendarios. Desde la mujer que asume la manutención del hogar, a través de los envíos mensuales de dólares, sin importar el oficio que provee los emolumentos, hasta el marido, el padre, el hermano, el abuelo, el hijo, orgullosos de la dependencia económica de ultramar. Trátese de la factoría, la peluquería, la apuesta ilegal, el trabajo doméstico o la prostitución, disfrazada de labor artística, la evaluación del aporte es bien recibida y no altera, aparentemente, el equilibrio familiar. Del mismo modo, el bodeguero, el plomero, el cocinero, el guardián, el taxista, sabe que la esposa y los hijos aguardan en la isla sin que la ausencia altere su autoridad ni el cariño.
En el año 2000, la Asociación de Empresas Remesadoras de Divisas reportaba ingresos, por aporte de la emigración, ascendientes a 1,500 millones de dólares. En el año 2003, el peor que registra la economía local en su historia republicana, con una quiebra del sistema bancario que, conforme a informes del Banco Central, destruyó el 21% del PIB, con una devaluación de la moneda de un 40%, el envío de remesas superó en un 7% el monto del año 2002. A pesar de la contracción económica en EUA afirmó Freddy Ortiz, Presidente de la Asociación de Empresas Remesadoras la suma asciende a 1,939 millones de dólares. Esos aportes tienen un marcado sesgo de género. Un estudio realizado en el 2000 permitió establecer que el 49% de los envíos hechos desde EUA y el 79% desde España, provienen de mujeres.
EN UN MOMENTO, LA HISTORIA
Entre la barahúnda es difícil distinguir origen de sonidos, razón de gritos, llamadas. La alegría y la tristeza se confunden. Las lágrimas esconden nostalgias y certezas. Una multitud compacta, que parece inmóvil, ocupa el área de recepción del aeropuerto Internacional de Las Américas. No hay un centímetro libre, hasta los peldaños de las escaleras están repletos. Los agentes de seguridad pretenden un control imposible. Sólo logran mantener, por segundos, dos hileras informes de personas para dejar espacio a los recién llegados y a sus maletas. EL precario orden es trastornado desde el primer abrazo y entonces vuelve el agente a suplicar una improbable y desconocida disciplina. Es diciembre, y un importante número de nacionales regresa al país. Algunos, como hábito anual para compartir con familiares y amigos las festividades navideñas y de fin de año, otros, después de diez, cinco, tres años de distancia.
Suena una canción de Mercedes Valdez, inmortalizada por Los Panchos, interpretada por una orquesta que apenas se distingue entre los cientos de cabezas. Los más cansados, que aprovechan la espera para disfrutar unas cervezas, la repiten. AMe voy pa l pueblo hoy es mi día, voy alegrar toda el alma mía. Tanto como yo trabajo y nunca puedo irme al vacilón, no sé qué pasa con esa guajira que no le gusta el guateque y el ron…@ El coro pretende conjurar el silencio del Perico Ripiao que ha estado ausente, de manera inexplicable, en las instalaciones de migración. Niñas, ancianas, jóvenes, viejos, exhibiendo sus mejores galas, aguardan al viajero y a la viajera. Es la realidad dominicana contemporánea: esperar al ausente, al proveedor, al pariente querido y aguerrido que decidió marcharse de la isla para cambiar su suerte y pretende, por unos días y desde el aterrizaje, demostrar cuánto ha conseguido a pesar de la congoja que produce la separación del terruño y de su gente.
AMamá, mamá@, dice una vocecita segura que sale de unas cuerdas vocales de ocho años. Se trata de Malcolm. Su madre logró Aarreglar los papeles@ y se marchó cuando él cumplió dos años. No lo pensó dos veces, con veinte años, sin trabajo y un marido preso la solución estaba en Nueva York. Un cuñado reside desde hace dieciocho años allá y le prometió trabajo. Lo consiguió y no se arrepiente. Malcolm, la reconoce, la ha visto en fotos y no puede evitar pronunciar el Amamá@ que sólo ha dicho a través del teléfono. AMamá, mamá@ y la algarabía continúa. Detenida, entre la muchedumbre, una joven y voluptuosa mujer, con un enorme moño, unas gafas que le cubren la mitad del rostro, una blusa que no logra tapar el ombligo, arrastra a duras penas dos maletas inmensas y espera algo con la mirada. Ella no reconoce la voz, ni la figura del hijo, es la abuela que le dice: míralo ahí, qué grande está. Suelta el equipaje y abraza al muchachito que, sin saber porqué, cambia la sonrisa por el llanto. La abuela, diligente, le seca la carita con un pedazo de falda.
AAy! mi viejo qué te han hecho@. ATe lo dije, te lo dije, que era grave.@ AAy papi!@, qué te hicieron? Un abdomen al aire muestra una herida en proceso de cicatrización. Es un hombre obeso, pálido, con chancletas y camisa desabotonada, enseña su herida y trata de consolar a la esposa y a dos hijas. AYa pasó. Aquí estoy, mírenme bien, entero.@
Aumenta el público que recibirá pasajeros de tres vuelos importantes: Miami, Madrid, Boston. El desorden continúa, también la ansiedad, la alegría y las más disímiles historias acerca del pariente que aman, extrañan y agradecen. ALe pedí a María unos zapatos, ella no sabía bien mi número pero yo le dije que se lo midiera y si le quedaba un chin grande me los comprara.@ A José va a traer el cochecito del nieto, él no se atreve a venir sin eso.@
Sube el tono de la bulla, acaba de llegar una familia desde Baní. Son ocho, desde los más viejos hasta una recién nacida. No pueden esperar la llegada de Ramona en la casa, no resistirían. Ella salió de su campo hace cinco años y no había podido regresar, demasiado trabajo. Además Bdice la madre orgullosa prefería mandar algo para acá y no gastar en pasaje. Es una hermana que la reconoce. Grita y corre a su encuentro. Todos la rodean y ella dice los nombres de cada uno, como descubriendo la identidad de la parentela. El papá le explica que vinieron en dos vehículos y que el sancocho está listo. Ella ríe y sigue repitiendo nombres. Un cuarentón, con boina, cadenas y maletín, desde que avista la familia, alza los brazos y cuando se aproxima al grupo, besa el suelo y dice A(Viva mi país, coño! Qué se joda Hipólito! No se preocupe mamá que comida no le va a faltar.@ A su lado una señora, quizás su esposa, con similar entusiasmo dice : por fin en Quisqueya, comadre ! y abraza a una mujer que no puede esconder su alegría.
El sol se despide, encienden las luces y la intranquilidad de cientos de personas se multiplica. Comienzan las preguntas acerca de los aterrizajes y tardanzas. Alguien sugiere que miren la pantalla con el aviso de las llegadas pero prefieren preguntar a policías, inspectores y empleados de la terminal. Los datos no son precisos. Que si ya llegó el vuelo procedente de Madrid, que si Boston está atrasado, que allá adentro están revisando y por eso se tardan. Sale la tripulación de uno de los vuelos e intentan preguntarles pero el grupo continúa la marcha, impertérrito, rumbo a un minibús. La multitud continúa incontrolable. Un agente de seguridad advierte que no se siente bien, tiene gripe y no está dispuesto a soportar desorden. Es sólo un discurso. El malestar cede cuando un señor, con sombrero marrón y cigarro en la boca, inicia una conversación interminable con él acerca del destino del Escogido y los aciertos del Licey. El agente se entusiasma, descuida su inútil vigilancia y olvida los síntomas de la gripe. Una señora, procedente de Higuey, comienza a contar la historia de dos de sus hijas que viven en Madrid, desde el año 1999. Menciona los problemas de adaptación que tuvieron las muchachas pero afirma que ya están acostumbradas, aunque sabe que regresarán desde que reúnan la suma necesaria para terminar una casita. Son seis las hijas, y como esas dos están encaminadas, pronto se llevarán a las más pequeñas. Hay una casada y con un hijo continúa la señora yo no conozco al marido, ni a mi nieto.
Él es un español buena gente que ya está retirado. Pero no crea que ella ha dejado de trabajar por el matrimonio. Qué va, sus cuartos son sus cuartos y no quiere depender de nadie.
LLEGAR A LA CASA
Una composición de la colombiana Esther Forero, interpretada por Milly Quesada se ha convertido en un himno de los dominicanos residentes fuera del país. Cada navidad sus letras recuerdan el reencuentro y lo que significa la ausencia. Cada navidad, su emotiva repetición confirma que la dominicanidad es esa mezcla de adioses y bienvenida. AVolvió Juanita, con su maleta cargada de lejanía…qué bonita se ve llegando del aeropuerto.@
Asumir que la población dominicana pasó de hija de los barcos a nieta de los aviones que aterrizan, es tarea pendiente. Ya el poeta no honrará esa extranjería que ocupó las provincias costeras y deslumbró con sus costumbres y su idioma extraño a los nativos. La motivación está fuera de las fronteras. Qué somos allá y cómo se conforma el ser dominicano entre los baseman y el vapor del subway, entre Lawrence y Washington Heights, Aravaca y Zurich. La importante emigración nacional configura una identidad muy distante a la que imaginamos y ,cada vez más, se sienten los efectos de esa disímil composición vernácula creada por los descendientes de aquellos que trabajan, desde hace dos y tres décadas, en EUA y en las ciudades europeas. Familias biculturales, familias monoparentales, familias cuyos integrantes no han convivido con uno de sus progenitores, familias sostenidas emocionalmente por las abuelas y parientes colaterales, es realidad insoslayable que debe servir para explicar comportamientos y transformaciones. Tal vez sólo en diciembre la población que vive el margen del análisis de esa situación, aunque conviva con sus efectos, reacciona. Lo hace cuando siente y ve el significado del retorno, efímero y festivo. Ningún lugar más idóneo que cualquier Aeropuerto para ponderar la diáspora y sus consecuencias, para saber que es innegable y parte ineludible del ser nacional.