El cacao dominicano tiene una bien ganada reputación en el mercado internacional. A partir de 2008 fue declarado como Fino o de Aroma. El 40 % del cacao de la producción nacional puede ser vendido como tal, pero si hacemos el trabajo podemos llevar ese porcentaje al 70%.

Sin embargo, las 40 mil familias que se estima cultivan alrededor de 171,875 hectáreas distribuidas en siete regiones del país han contado tradicionalmente con bajos ingresos, que no aseguran su bienestar y el relevo generacional.

Estamos en un momento que debería llevarnos a un cambio. El precio de la tonelada de cacao ha subido de entre 2000 y 3000 dólares en que se mantuvo por mucho tiempo a más de 11,200 dólares en la actualidad. Para los productores locales de cacao esto ha representado un incremento en el precio del quintal de entre 5,000 y 6,000 pesos a más de 30,000 pesos.

Ahora, la pregunta es: ¿Estamos aprovechando esta bonanza, como se está haciendo en otros países, para hacer las transformaciones en el cultivo de cacao que aseguren el bienestar a mediano y largo plazo de las familias productoras, a través de un aumento de la productividad, así como asegurando la sostenibilidad medioambiental? La productividad del cacao dominicano es de alrededor de 70 libras por tarea, considerada muy baja.

De manera que la renovación de las anquilosadas plantaciones es clave para lograr estos objetivos y no está claro que la estemos haciendo como corresponde, a pesar de que el 12 de noviembre de 2020 el presidente Luis Abinader emitió el decreto número 641-20, mediante el cual declaró de alto interés nacional el cultivo y la exportación del cacao, con el propósito de potenciar sus trascendentales aportes sociales, económicos y ambientales para el desarrollo sostenible del país.

Es cierto que hay factores que se han convertido en un valladar que debemos saltar: la atomización de la propiedad (la mayor parte de la producción está en manos de pequeños productores) y la falta de titularidad de las parcelas, lo cual dificulta el financiamiento. Pero dada la importancia estratégico de este cultivos, son desafíos que debemos sentirnos obligados a vencer.