El ser humano necesita de recursos para lograr sus metas y objetivo. Es la materia prima. Para ello no basta tenerlos. Es preciso saber administrarlos. Tener un plan definido, un proyecto bien estructurado, organizado y mejor dirigido. Una causa legítima, un motor, capaz de unificar esfuerzos colectivos, despertar un entusiasmo contagioso, no importando los obstáculos y dificultades a salvar.
Querer es poder, y los resultados obtenidos compensan en demasía el esfuerzo y el sacrificio que conlleva todo gesto de grandeza. Todo aquello que representa un girón de esperanza, una valiosa enseñanza en el camino de romper los tabúes que alientan la resignación, la desigualdad y el anhelo de superación, de ser mejores. Ellos lo saben. Están conscientes de su hazaña. Conocen lo que significa abonar el camino para alcanzar la meta deseada. El reconocimiento espontáneo, sincero, abierto, de todo un pueblo, es la recompensa mayor que sirve de ejemplo a los demás: Cuando se quiere, se puede. Ellos lo saben porque desde ya pertenecen a esa raza de Inmortales del Deporte, sus iguales del Pabellón de la Fama reverentemente le saludan no importa que una nota de prensa escrita en ese momento de euforia se pierda, no encontrando espacio.
Nunca es tarde para felicitar su heroísmo. Emular su entusiasmo colectivo contagioso, sin distingo alguno que no fuera la identidad nacional, el fervor patriótico que se levanta cual llama inextinguible en el corazón del dominicano a pesar de los trompicones y avatares de la historia. Nunca es tarde para reeditar la leyenda del Mangú, del Plátano Power que enardeció la lucha hasta lograr el mayor galardón: ser los mejores en un evento tan competitivo y exigente como lo es el Clásico Mundial de Béisbol. Fue clave la unión y la decisión irrenunciable de todos los componentes del equipo criollo, jugadores, manager, coach, entrenadores, Gerente General, dirigentes deportivos, pueblo y gobierno que creyeron en sí podemos, haciendo suyo y de todos el compromiso asumido después de pasadas y lamentables experiencias.
Cómo pasar por alto la soberbia actuación y el entusiasmo de todos y cada uno de nuestros héroes y rendirles tributo sin poder olvidar su ejemplo, las grandes hazañas realizadas, las jugadas espectaculares, el bateo y corrido de base oportuno y decisivo, la defensa impecable, la estupenda actuación de nuestros lanzadores abridores, los relevistas hasta el cerrador de hierro, todos con un promedio de efectividad de espanto. Y sobretodo el coraje demostrado.
Lo sucedido en el Clásico Mundial, puede y debe suceder aquí y ahora, servir de ejemplo en el hogar, en la familia, en el trabajo, en la escuela, en los gremios y sindicatos, en las cooperativas, los partidos políticos en el dilatado campo del quehacer cotidiano donde se juega en cada momento el futuro del pueblo dominicano, porque tenemos los recursos y la capacidad para producir el cambio necesario si decidimos trabajar unidos para apagar la tea de la discordia todos juntos con tesón, con fe y entusiasmo en pos de un solo ideal que nos engrandezca como nación y nos haga más respetable ante el mundo.