¿Cuándo debemos terminar la relación conyugal? Cuando nos dé la gana. No, mentira. Realmente no hay un momento preciso para concluir una relación amorosa, pero sí podemos mencionar algunas circunstancias que son el preludio de un final. A veces termina mal, casi siempre termina peor. ¿La razón? Uno de los dos queda enganchado y desprenderse le cuesta. No te daré la panacea, pero esto servirá de reflexión para asumirlo y avanzar.
Los sentimientos. Cuando una de las partes ya no disfruta abrazar a la otra, cuando terminan el acto sexual y deseas estar lejos de esa persona, cuando besarle es un sacrificio, cuando no sientes cariño ni surge una emoción en ti al pensar en la pareja, lamentablemente tus sentimientos van en picada y se vuelve un tormento convivir con alguien así. El amor es fundamental para sostener una relación, sin eso no hay malabares que sirvan para seguir.
Falta de química sexual. Brinque, salte, patalee y vuelve por los aires… no importa lo que hagas, si falta química sexual pueden ser buenos amigos, nunca pareja. Esa química no significa penetración 24/7, más bien es la materialización de la atracción física, ese roce repentino, ese piropo a algún atributo, ese deseo de intercambiar fluidos, ese morbo cuando le ves en ropa íntima, esa caricia provocativa, ese beso ardiente y todas las cosas que hacemos cuando la pareja nos atrae. Si no hay comprensión horizontal es muy difícil que funcione vertical.
Falta de dinero. Mi estimado lector, no andemos con rodeos, sin recursos no hay forma alguna de que una relación se mantenga. Por más amor que haya, la carencia de metálico limita la convivencia porque la inestabilidad del bolsillo impide que puedan compartir afuera, condiciona los planes a dúo. Hoy día es más aceptable un trabajador inculto que un intelectual improductivo. Ese afán de tener y vivir cómodos no es por antojo, es que la vida cuesta mucho esfuerzo y sacrificios que si alguien quiere construir un futuro contigo debe aportar su cuota, no necesariamente la misma porción, pero sí contribuir en lo posible. Todo cuesta.
Respeto mutuo. Algo grave en una relación es cuando se cruza la línea del derecho a reclamar y se llega a la agresión. Si ya se hablan gritándose y se ofenden mutuamente. Si la casa se vuelve un campo minado donde no queda nada en pie cuando hay peleas. Si se llega a los golpes y la opresión física, lo más saludable es que se alejen por el bien común. Entre ustedes hay una atmósfera violenta, es una relación completamente tóxica y cuando se llega ahí el cuento pasa a mayores. No hay justificación para la agresión, por eso ponga freno desde el primer coño.
Falta de tiempo. Es imposible que una pareja pueda convivir si no saca tiempo para compartir. Sé que los afanes diarios limitan esas posibilidades y el poco espacio que se saca es para completar las obligaciones que no alcanzan en el día a día, pero ya que decidieron estar juntos, lo recomendable es que fabriquen la oportunidad de verse al menos dos veces por semana si no viven juntos; si comparten la misma casa dediquen una parte del día para ustedes. No hay forma de crecer sin convivencia, pueden estar estancados o retroceder, pero no avanzar.
Condicionan la libertad. Usted nació solo y de seguro morirá así. Su espacio y libertad no deben estar sujetas a los caprichos de su pareja y menos sin justificación razonable. Tienes derecho a tener amigos o amigas, a salir solo si lo deseas, a tener redes sociales, a salir con tus panas, a tener privacidad en tu celular y computador, a realizar cualquier actividad, siempre y cuando no le falte el respeto a la pareja. Quien necesita controlar al otro para sentirse seguro, tiene serios problemas consigo mismo y por ahí inicia el irrespeto. Si después de conversarlo tu pareja no comprende eso, es un buen momento para darle la real banda y dejar que se lo lleve Cundo.
Admiración mutua. Cuando dejas de admirar a tu pareja te apena mostrarla en público, ya no es referencia para ti en las conversaciones con terceros, no la defiendes cuando le critican ni sientes entusiasmo en debatir con ella un tema en común. Lo ideal es que cada uno se esfuerce por alcanzar sus metas personales, mejore sus defectos y amplifique sus virtudes. Avanzar es fundamental para ganarte la admiración de quien te acompaña, mucho más en estos tiempos donde competimos sin querer y si quien te acompaña no sientes te representa, no van para aparte. No te estanques, necesitas mejorar cada día por ti, por la relación, por todos.
Violación de la confianza. Este tópico es muy común porque en esta media isla la infidelidad es un deporte nacional, aunque no está bien. Mentir se vuelve una costumbre para la persona que hace lo que no debe y cuando se descubre la verdad se rompe la confianza. Puede que se brinden oportunidades para seguir la relación, pero las dudas saldrán a flote en el mínimo chance. Es muy tedioso mortificarse cuando la pareja sale porque no tenemos certeza de sus intenciones, la convivencia se vuelve un infierno y las cosas empeoran con los días. Suelte eso.
No hay nada en común. Cada quien tiene hacer su vida y alcanzar sus metas, pero como pareja requieren temas, acciones y visiones en común. Si no pueden tener una conversación por cinco minutos de un tema trivial, si no pueden escuchar la radio juntos ni ver televisión por las preferencias, si no hay ni un amigo en común, si no se aportan mutuamente en sus respectivas profesiones, si se aburren al viajar o si ni siquiera disfrutan dormir abrazados, deje eso.
Dependencia emocional. Esa necesidad férrea del otro es dañina y peligrosa. Manejar una dependencia emocional requiere ayuda profesional porque se trata de una persona que respira por los poros de la otra, que está feliz o triste si el otro lo está, que asfixia con el cariño excesivo, que depende del antojo del otro para comer, que aguanta todo con tal de tener al otro a su lado y que ve en el otro la perfección. Justo ahí debe soltar eso, pero hacerlo con mucha sutileza porque esa dependencia atenta contra su salud física y emocional.
Manejo de conflictos. El único tercero que debe opinar en su relación es un profesional de la conducta o consejero matrimonial. Todas las relaciones tienen problemas y si una de las partes no sabe manejarlos las cosas son insostenibles porque es muy desagradable que las diferencias sean conocidas por familiares o amigos, que se desahogue públicamente por las redes sociales, que resuelva las cosas con violencia o que sea alguien cerrado que no exprese sus puntos de vista y el orgullo le domine. La única forma de solucionar los líos es negociando entre ustedes, sin terceros. Ayúdele a ser discreto y razonar civilizadamente, sino suelte eso.