Cuando Trujillo pidió el divorcio a María

Cuando Trujillo pidió el divorcio a María

Bernardo Vega

María Martínez fue la amante de Trujillo desde los principios de su régimen, y tan solo pudo casarse con él cuando se divorció de Bienvenida Ricardo, en 1935. En 1937 Trujillo y la reina del carnaval de ese año, Lina Lovatón, se enamoraron y esta devino en su amante. Los celos de María Martínez fueron tales que obligaron a Trujillo a enviar a Lina en el yate “Ramfis”, en junio de 1939, a vivir a Miami, desde donde era traída, de tiempo en tiempo, con el mayor secreto, al país. El dictador durante sus múltiples viajes a Estados Unidos entre fines de mayo de 1939 y finales de 1941, se juntaba con ella. Precisamente Trujillo viajaría a Estados Unidos y se juntaría con Lina Lovatón cuatro meses después de haber escrito la carta que aparece más abajo.

En el verano de 1941 murió doña Colombina Pittaluga de Lovatón, la madre de Lina y la prensa destacó su sepelio. Eso enfureció a doña María, quien le pidió divorcio a Trujillo. La respuesta del dictador le fue dada, por escrito, desde San José de las Matas. El divorcio no tuvo lugar y María Martínez siguió siendo su esposa hasta la muerte de Trujillo. Con Lina Lovatón, Trujillo procreó dos hijos, quienes nacieron en 1938 y en 1940.

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Personalmente creo que si Lina hubiese sido esposa de Trujillo a partir de 1941, el dictador tal vez hubiese sido menos cruel. Lina era una mujer culta y así como los que caían presos entre 1930 y 1935 apelaban a doña Bienvenida, ninguno lo haría frente a María Martínez pues sabían que no los ayudaría.

El Presidente de la República
San José de las Matas
Julio 7 de 1941
María:

Estoy enterado de tus sentimientos inhumanos hasta para con los muertos para los que lloran la pérdida irreparable de sus deudos. A mí me ha sido indiferente que los periódicos aquí llenaran sus columnas de adjetivos para expresar sentida condolencia cada vez que ha fallecido un enemigo político mío y hasta he tenido la nobleza de disponer que les hicieran honores militares. Estoy asombrado con tu actitud en el caso fatal de la viuda Lovatón. Terminado este capítulo. Para complacer tu petición no llamaré más por teléfono ni iré a esa. Te recomiendo disponer que se me despachen mis equipajes.

En cuanto al divorcio opino que es lo mejor y en ese sentido puedes designar abogado cuando te plazca para que veas resuelto este punto rápidamente.

En cuanto a la cédula no me importa tu brutalidad pues (ilegible) que no la posee no puede negociar ni actuar en ningún sentido.

Viviré más tranquilo i mi camino quedará limpio de espinas cuando se realice ese divorcio.

Rafael L. Trujillo