Cuando una caricia se convierte en abuso

Cuando una caricia se convierte en abuso

No todas las caricias son buenas. En muchos casos son el preámbulo para situaciones de abuso sexual a menores que no dejan huellas ni son reportadas. De ahí que una parte importante de la educación sexual sea enseñarles a los niños y adolescentes cuándo las demostraciones de afecto cruzan el límite de lo permisible.

Un acercamiento casi imperceptible puede ser la manera en que un agresor comience a llamar la atención de su víctima. La especialista en violencia intrafamiliar Heidy Camilo recrea la escena: “Dentro de las fases del abuso sexual infantil la primera es la de ganar la confianza de la víctima, seduciéndole y haciéndole creer que es su “niño o niña especial”.

 “Le brinda regalos, le consiente… en fin, le seduce. Una vez que el agresor está seguro de que la víctima le cree, inicia la instauración del abuso que  generalmente empieza con cosas como la  exhibición de los genitales con el objetivo de normalizar estas conductas sexuales. Después se inician las caricias y toques sexuales donde se puede llegar o no a la penetración”.

 Un alto porcentaje de estos agresores son amigos y conocidos que  aprovechan la familiaridad con la víctima. “Lamentablemente es más frecuente de lo que nos imaginamos: el 85 o 90 por ciento de los abusos son cometidos por miembros de la familia o amigos cercanos de las víctimas”, asegura Camilo.

 Y con ello revela uno de los factores más peligrosos en esta problemática, pues, el niño abusado asume que estas interacciones son buenas y válidas, ya que se las está enseñando un adulto que cuenta con su afecto y confianza.

 Enseñar a decir que no.  Los más pequeños son los más vulnerables, pues quizás los conceptos bueno y malo sean aún muy ambiguos para ellos. Para un niño puede ser difícil, por ejemplo, identificar como malas las palabras dulces y cariñosas del agresor.

No obstante, es posible enseñarles a estar alertas e instruirles en la eficaz técnica de decir “no”.

“Definitivamente se hace necesaria una buena educación sexual, donde se les enseñe a los menores, primero, a reconocer su cuerpo y luego que nadie, salvo algunas personas en específico y con algún objetivo específico –como mamá o papá para bañarlo, el doctor para examinarlo y en presencia de un adulto de su confianza– debe tocar las partes privadas de su cuerpo”, explica la terapeuta.

También debe enseñarles a decir que no cuando un adulto se acerca demasiado o les toca inapropiadamente, y a contarles siempre a sus padres o tutores si esto ocurre. Estos, a su vez, deben hacerle saber al menor que tiene toda la confianza para contarlo.

“Los niños y niñas nunca mienten en los temas de abuso. El protector del menor debe asegurarse de investigar, brindándole siempre la seguridad de que lo que ha contado es creído por el adulto”, señala Camilo.

LAS CLAVES

1.  Cariño espontáneo.
No fuerce a su hijo a demostrar cariño a alguien si no desea. Es sano que él aprenda a distanciarse de quien no le hace sentir bien.

2.  Gente buena, gente mala. No todas las personas son buenas. Que su hijo esté claro de ello.

3.  Decir lo que siente. Tal vez un niño no sepa identificar las malas intenciones, pero sí puede aprender a expresar cuándo una caricia o gesto no es de su agrado. Permita y ayude a que sea abierto en cuanto a sus sentimientos sobre los demás.

4.  No secretos. Advierta a su hijo sobre las personas que puedan pedirle hacer cosas y mantenerlas en secreto. Que quede claro para su hijo que no puede esconder secretos de otro.

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