Cuando volvamos a la nueva normalidad

Cuando volvamos a la nueva normalidad

Llegará el día en que tendremos la vacuna, se habrán adquirido las neveras especiales donde almacenarla antes de aplicarla (esperemos que su compra no sea sin concurso) y entonces podremos todos volver a nuestros trabajos. Algunos pensarán que regresaremos a lo de antes, a la “normalidad”, pero no será así.

La demasiada larga cuarentena que obligó al novedoso aislamiento hogareño provocará cambios en nuestra forma de trabajar, modificaciones que ya antes de la pandemia estaban surgiendo, pero que se intensificaron durante el forzoso confinamiento y que cuando lleguemos a la “normalidad” se convertirán en permanentes.

Uno de esos cambios es el trabajo para la oficina pero desde el hogar. Bancolombia, el más grande de ese país, ha anunciado que una vez desaparezca la pandemia y a la luz de la buena experiencia durante la misma, al comprobar que “muchas cosas pueden hacerse eficientemente desde el hogar”, adoptará un “modelo híbrido” ya que si todos trabajasen siempre fuera de la oficina se haría difícil mantener “una cultura corporativa”.

Consecuentemente, la mayoría de sus empleados trabajará desde su hogar algunos días a la semana.

Eso reduce el tiempo perdido debido al transporte a la oficina evitando los insufribles tapones.

Un 20% de sus empleados trabajarán a tiempo completo desde el hogar. Las operaciones efectuadas digitalmente aumentarán, como ya lo han hecho durante la pandemia.

Por su lado, el magnate mexicano Carlos Slim ha propuesto adoptar “la nueva normalidad” que consiste en que tan solo se trabaje tres días a la semana, pero once horas por día, para un total de treinta y tres horas semanales. El que quisiese podría buscar un segundo trabajo durante los dos días “libres”.

La edad de jubilación subiría a los 75 años, en vez de los tradicionales 62. Slim explicó que “hay un cambio civilizatorio de la sociedad industrial hacia una nueva civilización tecnológica que tiene efectos muy positivos”.

La República Dominicana, precisamente, ha devenido en una economía de servicios, donde la industria y la agricultura juegan un papel cada vez más reducido. Bancos, otras entidades financieras, compañías de seguros, agencias de viajes, líneas aéreas, las empresas telefónicas, etc., cada día son más importantes y es probable que mantengan después de la pandemia el modelo de trabajo desde la casa, por lo menos en algunas áreas.

Muchos negocios, sobre todo pequeños y especialmente restaurantes, no reabrirán cuando termine la pandemia. El permanecer encerrados, sin ingresos y pagando alquiler y empleados es algo insostenible.

Durante nuestra breve, pero también cruel guerra civil de 1965, que duró unos ocho meses y se limitó a la ciudad colonial, al terminar esta muchos negocios no abrieron por haber permanecido cerrados, o se trasladaron a otras partes, o sus dueños optaron por dedicarse a otra cosa. Y les fue bien. Algo parecido ocurrirá en nuestro país como resultado de la pandemia, otra guerra pero con enemigo invisible.

Escribimos estas líneas leyendo las noticias del agravamiento de la pandemia en Europa y Norteamérica y nos preguntamos si será verdad, y ojalá lo sea, que vendrán muchos turistas durante estas Navidades y el año que viene.

Este es un momento difícil para anunciar y promover la “Marca País”. La más famosa es la de España: un círculo rojo rodeado de negro y la palabra “España”. Otras enfatizan lo más importante del país: un canguro en Australia, una hoja de arce (“maple”) en Canadá, la muchacha (Mariana) francesa y la frase “Rendezvous en France”, una góndola para Italia, un símbolo abstracto pero que indica claramente el Canal de Panamá; la India es “increíble”; la muy ecológica Costa Rica es “esencial” y ahora Colombia usa la frase “Colombia es pasión” para que el lector se olvide de las guerrillas cuando antes el símbolo era un cultivador de café y su caballo; Guatemala reproduce un volcán y la pluviosa Nueva Zelanda sus helechos.

En nuestro país antes utilizábamos la palabra “inagotable”, como si fuéramos una mina y luego la falsedad de que este país “lo tiene todo”. Alguien inteligentemente ha sugerido la cara de una niña morenita con una gran sonrisa, ya que la hospitalidad de los dominicanos es uno de nuestros principales atractivos para los turistas, a diferencia de otras islas caribeñas.

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