¿Cuánto durará el pánico de los políticos?

¿Cuánto durará el pánico de los políticos?

Al poner en evidencia a los políticos en sus malandrinadas por los papeles brasileños de Odebrecht, el pánico ha cundido en la clase política y ahora los vemos temerosos, como santicos. Son incapaces de haber hecho nada malo en sus quehaceres de la actividad política.
Ha sido un rudo golpe el haber develizado el enorme expediente preparado por la justicia en Brasil de todos los sobornos de la Odebrecht en el continente. Por los nombres de los políticos y funcionarios de los gobiernos latinoamericanos salidos a la luz pública, se aquilata y se visualiza el profundo alcance de la trama del soborno. Así mismo sus implicaciones en la conducta social de los integrantes de cada comunidad hemisférica ligada al poder en cada nación.
No hay dudas que el arrepentimiento de la Odebrecht, al dar a conocer con lujos de detalles sus maniobras para conseguir contratos de construcción en el continente, es algo insólito. Y que antes de ese nuevo proceder de sinceridad, los actos de corrupción de todo monto formaba parte de la cultura social y vida de las sociedades americanas. Ahora es posible que ocurra a regañadientes una modificación de esa cultura de la impunidad. Posiblemente los políticos sean más comedidos y prudentes a la hora de estar tentados a meterle mano a los dineros públicos.
Se espera un cambio de la conducta de los personeros de los gobiernos que antes no se detenían por ningún señalamiento de la comunidad. A ésta los funcionarios corruptos se empeñaban en hacerla sentir mal, ya que era por envidia que denunciaban y criticaban, pues no tenían la oportunidad de hacer lo mismo de meterle mano al erario.
Hemos sido muy maltratados con que los brasileños hayan sido muy agresivos con extender los tentáculos de la corrupción por todos los países americanos. Todo para favorecer a sus empresas constructoras. Muchas de ellas de gran renombre y de gran capacidad en la calidad de sus construcciones, por lo cual dejaban satisfechos a sus clientes hemisféricos ya que tenían renombre y buen desempeño en los trabajos. Pero necesitaban de una ayuda en cuanto a contar con las simpatías y apoyo de los políticos y funcionarios de igual ralea con los deberes de otorgar contratos, concertar créditos, autorizar cubicaciones y pagos. Así les llegaba una generosa ayuda que iba en razón directa al monto de la obra otorgada, la sobrevaloración incluida y el crédito aprobado.
Se establecían las bases para las sobre valoraciones de las obras. Ninguna de las construidas en el país escaparon de ese modus operandi. Los aumentos nunca han sido menores del 25% y llegando al caso del 50% y más del contrato original. La generosidad de las sobrevaloraciones se reflejaban en el monto de lo aportes económicos que recibían los políticos, funcionarios y técnicos responsables del proyecto.
De esa manera todo el mundo quedaba satisfecho y en buen ánimo para seguir otorgándole contratos a la Odebrecht y otras empresas de construcción brasileñas. Con estas se tuvo el buen tino de asignarle una empresa local como contrapartida, de manera que todo el mundo quedaban satisfechos y felices con sus lazos con la mayor empresa de construcciones de Brasil con su mano suelta en su repartidera de dinero como una de esas regaderas tradicionales para mojar las flores en los jardines de antaño. Incluso hubo proyectos como el de Pinalito, que nunca debió construirse por ser una obra espantosamente anti económica. Y además le lleva veneno en las pocas aguas turbinadas de Tireo hacia la cuenca de Bonao en el río Blanco. Por ende afecta al río Yuna en las esporádicas ocasiones de generación de energía que no llegan a los 50 mil kilos instalados.
La generosidad de la Odebrecht logró establecer una fuerte relación con los funcionarios de cada país, inclusive hasta con sectores que en su momento no estaban en el gobierno. Ha sido una gran ayuda para aposentarse como contratistas predilectos y generosos en los países del continente. Y lograron a afincarse con creces en el sentimientos de los políticos ante la atracción que significaba para esos políticos verse como nuevos ricos y poder competir con los más viejos que ya conocían las mañas de ese tipo de dación de pagos de los contratos de construcción y de suplir los más diversos servicios al Estado. Todo en base a recibir del Estado en base a las comisiones que hace unos 40 años no superaban el 10% y ahora con la Odebrecht se llegó a los extremos superiores al 50%.

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