Tal y como había prometido durante su campaña, una de las primeras medidas ordenadas por Joe Biden durante su primer día como presidente de Estados Unidos fue detener la construcción del muro en la frontera con México.
Durante la jornada el nuevo mandatario también anunció otros importantes cambios en materia de política migratoria, empezando por un proyecto de ley que establece un camino hacia la ciudadanía para más de 11 millones de indocumentados.
Pero nada ejemplifica mejor la ruptura con las políticas de la anterior administración como el fin de la construcción del muro, tal vez el proyecto más representativo de todo el mandato de Donald Trump.
«Ya hemos construido 300 millas (480 kilómetros) del muro fronterizo», presumió Trump el 28 de agosto pasado, en un mitin celebrado justo después de terminada la Convención Nacional Republicana que oficializó su candidatura a la reelección.
«El muro pronto estará listo y nuestros números en la frontera son los mejores de la historia. Por cierto, México está pagando por el muro, por si no lo sabían«, añadió en esa oportunidad el mandatario.
Desde ese momento, en todos sus actos de campaña, Trump insistió en estas dos ideas: que el muro avanzaba rápidamente y que la factura estaba del lado mexicano.
Y, según las proyecciones del mandatario, se esperaba que para principios de 2021 ya se hubieran completado un total de 800km.
Como en muchas otras cosas, la realidad resultó ser bastante diferente.
¿Cuánto logró realmente avanzar el muro de Trump antes de que Biden cerrara la llave del financiamiento federal que mantenía vivo al proyecto?
Cómo es la frontera
Empecemos ofreciendo algo de contexto.
La frontera entre Estados Unidos y México tiene una longitud de 3.142 kilómetros y antes de que Trump llegara a la Casa Blanca, había barreras o vallas de separación en un tercio de la frontera, unos 1.050km.
En las zonas más urbanas, las barreras están hechas para impedir el paso de peatones y vehículos.
Las vallas son de diversos tipos: en algunos segmentos son paneles de chapa o acero corrugado, en otras partes hay una malla de alambre o varias superpuestas, y en ciertos sectores, hay barras verticales que miden entre 5,5 y 9,1 metros de altura colocadas sobre cemento y separadas por pequeños espacios.
En las áreas más remotas, el gobierno usa «cercas vehiculares», que son postes de madera cruzados (generalmente obtenidos de las vías ferroviarias) que impiden el paso de vehículos pero que pueden ser superados por peatones.
En el puesto fronterizo entre San Diego y Tijuana, las vallas se adentran hasta 100 metros en el mar y están hechas por materiales resistentes al óxido y la corrosión salina.
En el resto de la frontera, donde hay zonas montañosas, desiertos, humedales y canales en torno al río Bravo (o río Grande), no existe una estructura hecha por el ser humano: la naturaleza forma su propia barrera.
En algunos puntos, la frontera tiene dos o hasta tres capas de barreras, una detrás de otra. Las autoridades se refieren a ellas como barreras primarias, secundarias y terciarias.
La promesa y las cifras de Trump
Durante la campaña de 2016, Trump prometió construir el muro a lo largo de toda la frontera.
Posteriormente aclaró que solo cubriría la mitad, dado que la naturaleza se encarga del resto.
Las dificultades para encontrar financiación para el muro retrasaron los planes del presidente.
Pero a unas semanas de las elecciones y con más de tres años y medio de gobierno en la espalda, Trump se jactaba de que el muro está prácticamente listo.
En ese momento el presidente afirmaba que ya se han construido 480km y que se esperaba que para principios de 2021 ya se hubieran completado un total de 800km.
Pero las cifras oficiales muestran una cara diferente.
Los datos
Según los últimos datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), al pasado 4 de enero se habían construido «452 millas» (es decir 727 kilómetros) del llamado «nuevo sistema de muro fronterizo».
Pero aunque esto no parece muy lejano a lo prometido por Trump, un análisis más detallado de las cifras ofrece un retrato muy diferente.
Efectivamente, de los más de 700 km construidos a esa fecha -la inmensa mayoría son sustituciones o reparaciones de estructuras ya existentes que estaban deterioradas.
Eso significa que en realidad solamente se construyeron unos 129 kilómetros de muro nuevo, de los cuales 53km corresponden a vallas secundarias, lo que deja un total de 76km de barreras primarias totalmente nuevas.
Las dificultades para construir de cero
El hecho de que el gobierno Trump no pudiera avanzar en la construcción de un muro totalmente nuevo se explica por varias razones.
Una de ellas es la ya mencionada dificultad para construir en zonas donde la naturaleza se impone, especialmente en las inmediaciones del río Grande.
También hay que tener en cuenta que muchas de las zonas libres de barreras se encuentran en tierras de propiedad privada y sus dueños no están dispuestos a permitir que se erija un muro en su terreno.
A diferencia de los estados del oeste, donde gran parte de la tierra está bajo control del gobierno, hay cientos de granjas en la ribera del río, ranchos y otras propiedades en manos privadas en Texas.
Algunas carecen de registros de propiedad, otras están en manos de múltiples herederos.
El gobierno planeaba hacer uso de su derecho de expropiación para adquirir los terrenos, pero el proceso es lento e implica dilatadas acciones legales
Y a estos obstáculos se les sumó la falta del presupuesto total necesario para completar la construcción prometida.
Lo que nos lleva al siguiente punto: ¿quién pagó por el muro?
México en la mira
El 25 de enero de 2017, Trump firmó un decreto que autorizaba la construcción del muro en la frontera sur.
Pocos meses después, en abril, Trump tuvo que renunciar a hacer la obra en su primer año fiscal como presidente, como era su promesa.
El mandatario insistió en que la gran obra de infraestructura sería financiada por México.
El entonces presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, rechazó esa afirmación y aseguró en varias ocasiones que su país no pagaría ningún muro.
Y en un encuentro en la Casa Blanca, tanto el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, como Trump evitaron hablar del delicado asunto.
Aun así, el mandatario estadounidense siempre insistió en que México estaba pagando el muro, algo que los datos oficiales también contradicen.
Según la CBP, la financiación para la construcción procede de los Departamentos de Seguridad Nacional, Defensa yTesoro.
Esto fue posible gracias a la declaración de estado de emergencia nacional en la frontera firmada por Trump el 15 de febrero de 2019.
El presidente justificó que la declaración era necesaria para proteger al país de una «invasión de drogas y criminales» procedente de México y que supone «un grave riesgo para la seguridad nacional».
La medida le permitió desviar para el muro US$6.300 millones de partidas presupuestarias del Departamento de Defensa para la lucha contra las drogas.
A esa cantidad se le sumaron US$3.600 millones del presupuesto del Departamento de Defensa para construcciones militares más unos US$3.400 millones de los presupuestos anuales de la CBP (que depende del Departamento de Seguridad Nacional).
Todas esas partidas más los US$1.375 millones que sí fueron aprobados por el Congreso en 2018 suman un total de unos US$15.000 millones, una cantidad inferior a los US$25.000 millones inicialmente presupuestados para la construcción del muro.
En cualquier caso, ninguna de estas partidas parece haber provenido de México.
Y el equipo de campaña de Biden no dudó en calificar al muro como «una pérdida de dinero» que «desvía recursos críticos de las amenazas reales».
El equipo dijo que, en su lugar, desviará los fondos federales hacia esfuerzos como nuevas medidas de control fronterizo.
Así las cosas, todo indica que el muro ya no va a seguir creciendo y que el debate sobre su financiamiento ya llegó a su fin.