Cuánto vale una mujer

Cuánto vale una mujer

SONIA VARGAS
En una breve conversación, un hombre le pregunta a una mujer lo siguiente: “¿Qué tipo de hombre estás buscando?” Ella se quedó un momento callada antes de verlo a los ojos y le dijo: “¡En verdad quieres saber?” El respondió “Sí”.

Ella empezó a decir, “Siendo mujer en esta época, estoy en una posición de pedirle a un hombre lo que yo sola no puedo hacer por mi. Yo pago todas mis facturas, yo me encargo de mi casa, yo voy al super, yo hago las compras y todo sin la ayuda de un hombre.

Yo estoy en la posición de preguntar, ¿Qué es lo que tú puedes aportar en mi vida?”

El hombre se le quedó viendo.

El claramente pensó que ella se estaba refiriendo al dinero. Ella rápidamente sabiendo lo que él estaba pensando dijo: “No me estoy refiriendo al dinero. Yo necesito algo más. Yo necesito un hombre que luche por la perfección en todos los aspectos de la vida”.

El cruzó los brazos, se recargó en la silla y mirándola le pidió que le explicara. Ella dijo: “Yo busco a alguien que luche por la perfección mental, porque yo necesito a alguien con quien conversar y que me estimule mentalmente. Yo no necesito a alguien mentalmente simple.”

“Yo estoy buscando a alguien que luche por la perfección espiritual, porque yo necesito a alguien con quien compartir mi fe en Dios. Yo necesito a alguien suficientemente sensible para que me comprenda por lo que yo paso en la vida como mujer, pero suficientemente fuerte para darme ánimos y no dejarme decaer”.

“Yo estoy buscando a alguien al cual yo pueda respetar. Para poder ser sumisa, yo debo respetarlo. Yo no puedo ser sumisa con un hombre que no pueda arreglar él mismo sus problemas. Yo no tengo ningún problema con el ser sumisa (simplemente él tiene que merecerlo). Dios hizo a la mujer para ayudar al hombre. Yo no puedo ayudar a un hombre que no se puede ayudar a sí mismo.”

Cuando terminó lo vió a los ojos y él se veía muy confundido y con interrogantes. El le dijo: “Estás pidiendo mucho”. Ella le contestó… “Yo valgo mucho”.

Este texto me lo mandó una gran amiga, Gladis Vel en estos momentos radicada en Miami, lo compartió conmigo y yo lo quise compartir, con todas mis amigas y lectoras que cada día me dan ánimo para seguir escribiendo en este espacio, que lo disfruten y realmente de verdad que valemos mucho, y cuando la persona que nos acompaña no lo cree así debemos volar, porque en cualquier lugar del mundo alguien estará dispuesto a hacerlo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas