El candidato vicepresidencial del PRD, Luis Abinader, joven de grandes méritos que es de lo mejor de su partido, acaba de retar a la candidata vicepresidencial del PLD, la primera dama Margarita Cedeño de Fernández, a un debate. La ortodoxia de las campañas políticas indica que los retadores a debates siempre son los que están en segundo lugar en las preferencias del electorado.
El candidato presidencial del PRD, don Hipólito Mejía, un gallo rejugao si alguna vez hubo uno, pasa tiempo en la Florida y viene a politiquear según le indiquen sus asesores. Se está preservando. Al parecer no quiere exponerse mucho y en sus spots publicitarios se identifica como Papá. ¡Nada de Hipólito!
El candidato presidencial del PLD, tras su inicial atrabanco al no saber si el tren en que está montando tendría suficiente carbón para que sus locomotoras pistonearan a toda marcha, se ríe solo al ver los números de las últimas encuestas, que lo rehabilitan como más que viable después que en noviembre luciera tan pálido.
El actual presidente, en su tercer mandato, sabe que sus numeritos andan bajitos, pero no es candidato. Anda inaugurando obras por aquí y acullá y gobernando y además dedicando algún tiempo a su pasión intelectual, expresada a través de Funglode, y amarrando los cabos sueltos para preservar algún sentido político después de soltar la ñoña. ¿Será distinto a lo que haría cualquiera de quienes le critican eso y quizás no pudieran lograrlo?
Miguel Vargas Maldonado, cuyo segundo apellido pudiera ser Biendonado a juzgar por cómo la vida le ha tratado, se ríe al ver cómo ahora sus compañeritos lanzan exordios plañideros para sentarse a conversar sobre cómo él podría sumar algunos votos al disminuido caudal de su compañero el ingeniero Mejía.
Los de los partidos chiquitos andan brincando viendo a ver cómo guisan, haciendo burla del sentido de la democracia, con las pocas excepciones conocidas pero sin posibilidades electorales. Quizás sea trágico que tanto talento se desperdicie.
Pero por encima de tanto político despistado o desorientado, uno Leonel– sale casi a diario sonreído cumpliendo con su trabajo y manteniendo las cosas bajo control; es el mismo que pese a no ser candidato sigue recibiendo cada día los dardos oposicionistas, como si él hubiese inventando el amor criollo por el puestico, el afán absurdo por la prebenda. Me luce que el Presidente Fernández apenas está comenzando