Cuarenta años de economía china: ¿en la madurez o la adolescencia?

Cuarenta años de economía china: ¿en la madurez o la adolescencia?

A cuarenta años del inicio del audaz proceso de reformas económicas que en un periodo sorprendentemente breve convirtió la economía china en crucial para el funcionamiento del sistema mundial, no cabe dudas de que teniendo en cuenta su rol global, el peso estratégico alcanzado y su permanente dinámica, se consolida cada vez más en un papel protagónico, es evidente que aquella metamorfosis iniciada en 1978 ha alcanzado una sólida madurez. Sin embargo, a la vez, comprobando que aún mantiene tasas de crecimiento envidiables, por encima del 6.5%, y se ha propuesto metas de corto plazo – Made in China 2025 – y que todos reconocen que en 2030 se alzará con el liderazgo económico absoluto, se le puede considerar, sin que resulte contradictorio con lo que ya es, en plena adolescencia.
En el Congreso del Partido Comunista Chino de octubre de 2017 el país comenzó a reconocerse como un referente global. En la ocasión Xi Jinping, ante la pujanza económica, consideró que la misma significaba “que la senda, la ¬teoría, el sistema y la cultura del socialismo con características chinas han seguido evolucionando, iluminando un nuevo camino para que otros países en desarrollo alcancen la modernización. Propone una nueva opción para otros países y naciones que quieran acelerar su desarrollo y, al mismo tiempo, conservar su independencia; y brinda la sabiduría y el método chinos para resolver los problemas que afronta la humanidad”. De un país que apenas medio siglo atrás se encontraba prácticamente en la miseria ha logrado que su enorme población, de casi 1400 millones de habitantes, alcance ya un per cápita de ingresos de 10 mil dólares.
Sin temores arrancó a “cruzar el rio probando las piedras” y aunque lo ha hecho bajo la sombrilla de lo que define como “socialismo con características chinas” no dudó en recurrir a recetas tradicionales de la economía capitalista: apertura al comercio e inversión foránea, diversificación de formas de propiedad, liberalización paulatina de precios manteniendo bajo control la inflación, el ahorro lo canalizó a inversión y cada vez más el consumo interno es el verdadero motor del crecimiento, sustituyendo en ese papel a las exportaciones. La pobreza la ha llevado a menos del 10% de la población y ha creado la clase media más grande del mundo. De una economía insignificante ha pasado a ser la “fábrica del mundo” y aspira a ser
también, “el mercado del mundo”. Por ello, cualquier contracción del PIB, aunque sea por unas pocas décimas de punto, asusta al planeta. Nadie lo dude, que no se viva de ilusiones trasnochadas, casi pasado mañana, aquel gigante dormido del que alertó Napoleón alcanzará las metas propuestas. Es mucho todavía y por largo tiempo lo que se habrá de hablar de ese coloso que ha tensado sus músculos. Dentro de apenas diez años estará compartiendo el escenario económico del mundo con Estados Unidos e India y el poderío militar igualmente con EEUU y Rusia. Con más de un líder todos seremos más independientes.