Cuarenta años de economía, un libro de reflexiones y preocupaciones

Cuarenta años de economía, un libro de reflexiones y preocupaciones

POR ARTURO MARTÍNEZ M.
En su libro más reciente, con prosa elegante y sin perder rigurosidad, Carlos Despradel narra sus experiencias como economista al servicio del Estado Dominicano, sabidurías que seducen en 6 capítulos y 367 páginas. No lo hace con modelos matemáticos sino con metáforas la mayoría de las veces, describe los sube y baja de la economía dominicana en los últimos cuarenta años, es decir, explica lo que sucedió y no tanto porqué sucedió.

Está claro que su objetivo no fue derivar una teoría, por eso no presenta análisis matemáticos, gráficos indescifrables como tampoco literatura económica como bibliografía. Sus juicios, con sus sesgos en ocasiones, así como ocurre con cualquier escritor, se apoyan principalmente en fuente secundaria, pero también en una agenda muy personal, que califica como fuente primaria, como dirían los historiadores. A lo largo y ancho del libro expone los resultados de la política económica de los gobiernos que se sucedieron desde el 1967, en los que participó e incluso en los que no tuvo principalía. Como destaca los procesos de desestabilización y estabilización económica, con facilidad el lector se dará cuenta que los instrumentos para uno y para otro fueron los mismos, pero utilizados en sentido inverso. También notará otras constantes, la participación del FMI en todos los procesos y la pérdida de la soberanía financiera del país, para al final no ir a ningún sitio. Más que extraer la teoría que tuvo sentido en cada caso, en lo que sigue intento escrudiñar en el pensamiento del economista Carlos Despradel.

LOS RICOS SE QUEDAN CON TODO

Sus experiencias por aquí y por allá en la administración pública, noto yo, lo han llevado al convencimiento de que los políticos y los partidos políticos han estado al servicio de los intereses de grupos, y la prueba es que sus representantes se quedaron con el crecimiento, él lo dice de otra manera, que el crecimiento no llegó al pueblo. Así también piensa John Kenneth Galbraith, sobre el proceso político americano, que en nombre de millones y millones de ciudadanos, un grupito es el que decide y luego es el que atesora. Como corolario, de lo que extraígo es su convencimiento, que las ideas no han tenido mayor importancia en las decisiones de los políticos, sus resoluciones han estado contaminadas y condicionadas por la presión de grupos de poder, lo que explica el porqué de los fracasos en la política estatal, de los constantes procesos de desestabilización y estabilización, creando el espacio para la pérdida de la soberanía financiera del país con la intervención del FMI.

En realidad por décadas fueron sólo hipótesis, pero ahora un testigo muy particular ha desclasificado sus informaciones para confirmarlas. Presentando situaciones específicas, explica las maneras como los grupos de poder intervinieron, agrego yo, con el pretexto de ayudar a resolver problemas que ellos mismos crearon porque les beneficiaba, cargando el costo al consumidor. Como no hizo una investigación histórica, él mismo lo admite, discute e interpreta situaciones específicas dentro del periodo seleccionado, pero sin la pretención de la reconstrucción, que hubiese requerido de una metodología más rigurosa, con citas y notas al pié de página. Lo anterior no quiere decir que en ocasiones no deje caer argumentos y contra-argumentos, como el caso de la política de deslizamiento del peso, a la que él se opuso, planteando la alternativa de una devaluación de una sola véz, para reducir la apreciación del peso con relación al dólar americano en un momento determinado, en el gobierno del Ing. Hipólito Mejía.

OLVIDENSE, SIN AHORRO INTERNO NO HAY CRECIMIENTO

El autor de Cuarenta Años de Economía Dominicana es austero en lo personal y como economista, característica que también marca su pensamiento. Por ejemplo, en las páginas 217-219 con amplitud se refiere a la propensión al consumo del dominicano, enfoca su atención hacia los que tienen dinero y ostentan, los que se han apoderado de la riqueza, para él son los que han establecido el patrón de consumo equivocado, seguido por el resto de la sociedad por efecto demostración. Se queja de que no sólo los viejos y los nuevos ricos son gastadores, tambien se endeudan los que no pueden, hay competencia para adquirir el mejor vehículo de lujo, yate, avión, apartamento de lujo, es decir, se incurre en gastos innecesarios que hacen daño a la economía y a la sociedad. Deja en claro que como hombre público siempre se ha opuesto a que se facilite el consumo excesivo.

Son reflexiones que lo ubican en la corriente de pensamiento que no comparte una de las ortodoxias más difundida en la literatura económica, propagada ampliamente por los guruses de la economía. Me refiero a la tesis anti-ahorros de Keynes, convertida en paradoja y enseñada en los libros de economía, desde que en 1948 Samuelson escribió su primera versión de “Economics”. El lío está en que guruses como Keynes y Taussig, éste último economista de Harvard de principios del siglo XX, no creían en el ahorro, pensaban que era un disparate guardar dinero, cuando lo que se debía hacer era lo contrario, gastar en lo que sea para que la economía se mantenga en producción y en empleo. Modernamente los economistas, en general, están en desacuerdo con esa tesis, incluyendo los guruses que escriben los textos economía. Sin embargo, éstos últimos prefieren mantener la contradicción, en la parte macro incluyen la paradoja y en el capítulo del crecimiento alaban el ahorro interno. Con el tiempo, seguidores de la paradoja de keynes han desertado, es el caso de Franco Modigliani, que en su discurso para el Premio Nobel de Economía tiró la toalla, dijo que el ahorro era el motor del crecimiento. 

Cuando se manifiesta en contra de la propensión al consumo, las evidencias empíricas apoyan a Carlos,  está comprobado que los países de altas tasas de ahorros internos han sido los de mayor crecimiento y productividad. Como estudió en la UASD, Manchester y en Yale, es de susponerse que estuviera altamente influenciado por las ideas de Keynes, principalmente por las enseñanzas en las primeras dos academias. Es evidente que de las enseñanzas dejó de lado los principios en favor del consumo, la línea de  guruses de la economía como Samuelson, Lipsey, Steiner, William Baumol y Alan S. Blinder, entre otros, que en sus textos puntualizan la ortodoxia de Keynes, sin plantear las necesarias críticas. La mala noticia para Carlos es que la política comercial en camino se orienta en el sentido del consumo, el tratado de libre comercio con los americanos, sin dudas que aumentará aún más la propensión al consumo de los dominicanos. Cuando entre en vigencia, lo que se consuma en el país por lo general dirá “made en USA”, en sustitución de lo que actualmente dice “hecho en la Zona Industrial de Herrera, Santiago, la Romana, o sencillamente en República Dominicana”.

Para agravar más el panorama, los políticos y los empresarios intentan gravar la renta de los ahorros. Infiero que Carlos no está de acuerdo, sabe que es equivalente a un impuesto a la inversión, y al mismo tiempo representaría un incentivo al consumo, a todo lo cual se suma el hecho de que la deuda bancaria para gastos de consumo, se alivia por que los intereses pagados son deducibles de impuestos. Por eso en su libro se pregunta en más de una ocasión, y no necesariamente con estas palabras, hacia donde es que vamos?

LA ESTABILIDAD DE PRECIOS, NO LO ES TODO

Otra reflexión de Carlos, que el bienestar del ser humano no es sustituíble por la estabilidad de precios, como objetivo de la política estatal. Así lo interpreto cuando se refiere a la necesidad de un proyecto de nación, de que se definan los sectores donde tenemos ventajas comparativas para producir y exportar, para crear divisas. Es la manera como él contempla pueden aliviarse los costos sociales de los ciclos producidos por los procesos de desestabilización y estabilización.

Asocia el crecimiento con la educación, lo que lo coloca dentro de la corriente moderna que explica el avance económico. Robert Solow, profesor de MIT, en 1950 en su teoría neoclásica del crecimiento introdujo al debate el peso relativo de los factores, y desde ese año los economistas han estado discutiendo acerca de la importancia de la inversión en maquinarias, equipos, tecnología, y el conocimiento de los trabajadores, en el crecimiento de la producción de bienes y servicios. Carlos, no obstante tocar tangencialmente el tema del ahorro, también es partidario del silogismo de Dale Jorgenson, economista que es reconocido como el padre de la contabilidad del crecimiento. El planteamiento de éste economista, que el crecimiento depende de la inversión de capital físico, lo que a su véz es función de la producción y de lo que se ahorre.

En su libro el autor lamenta el fracaso de INDOTEC, un intento del Banco Central por mejorar la tecnología industrial, plantea que no hay crecimiento sostenido sin una base tecnológica. En ese aspecto anda por la línea de Joseph Schumpeter, Simón Kuznets y de economistas mas recientes, como Paúl Romer de la Univesidad de Stanford y Richard Nelson, que han entendido que la tecnología tiene un papel más que esencial en el crecimiento, incluso por encima de la inversión que pueda hacerse en maquinarias y equipos. En la literatura del crecimiento se demuestra ampliamente que la tasa de aumento de la productividad es lo que explica la expansión del PIB, de modo que Carlos, cuando se preocupa por el fracaso de INDOTEC, indirectamente también lo hace con la evolución de la productividad del capital y el trabajo, es decir, de la productividad total de los factores.

Aborda el tema de los ciclos económicos, para él tienen su explicacion en el comportamiento del precio del petróleo y de la economía norteamericana. Cita las crisis energéticas de 1973 y 1979, ambas ocasionaron caída en el PIB superior a los seis puntos porcentuales. Pero hay otras recesiones no explicadas por esos factores externos, me refiero a la de marzo de 1983 a junio de 1985, cuando el PIB se redujo nuevamente en seis puntos porcentuales, de marzo de 1989 a septiembre de 1990, la reducción del producto bruto fue de nueve puntos porcentuales, de enero de 1992 a junio de 1993, de cinco puntos porcentuales, de enero de 2000 a junio de 2001, con cuatro puntos porcentuales, y de marzo de 2002 a junio de 2003, el PIB cayó en más de seis puntos porcentuales. Una hipótesis que podría adelantarse, que se debieron a errores en la política monetaria, pero habría que demostrarlo en forma más rigurosa.

Para Keynes, la recesion era embotellamiento de los mercados, y la política fiscal debía enfrentarla. Para Milton Friedman, el resultado de una reducción de la cantidad de dinero en circulación, una disminución en la oferta monetaria. Cuál es la explicación de Carlos? No manifiesta que la política monetaria fué responsable de recesiones, aúnque sí de las recuperaciones cuando se sobre-calentó la economía, no en vano se dice que la sabiduría es fruto de la experiencia. Como economista monetario que es, explica los cambios que se produjeron en los agregados monetarios, como respuesta a políticas de gastos excesivos de los gobiernos. Es su manera de decir que la economía y la política van de la mano. De haber manifestado claramente que la política monetaria, en ocasiones, fue responsable de la recesión, hubiese compatibilizado con Milton Friedman, sirviéndole también para explicar el prolongado período estancamiento económico en que nos desenvolvemos en la actualidad. Milton Friedman diría, refiriéndose a la recesión actual, que se debe a que el Banco Central redujo el crecimiento del efectivo en manos del público, lo que está soportado por las estadísticas, que reportan disminuciones de esa variable en más de siete mil millones, contando desde diciembre del 2004.

NO HAY TAL MANO INVISIBLE

El mercado y la mano invisible representan el corazón de la teoría económica. Los guruses de la economía no discuten mucho esos temas, prefieren seguir mintiendo con el asunto de competencia perfecta, a sabiendas de que nadie ha podido demostrar, a nivel agregado, que exista equilibrio en los mercados y que la mano invisible actúa. Si se dejase de creer en los principios del mercado y de la mano invisible, se cae toda la teoría económica. Carlos sugiere someter los conceptos a un juicio crítico, porque los pobres retroceden y los ricos avanzan, se quedan con el crecimiento. Tiene preocupaciones legítimas. No dispongo del espacio necesario para discutir el tema, pero envío algunas pinceladas. “Mercado” y “mano invisible” son conceptos que van unidos, Walras fue el primero en analizar el mercado (de manera individual) y plantear el concepto de armonía cuando se hacen intercambios. También fue Walras el que formuló en términos matemáticos el teorema de la mano invisible, aúnque la intuición se debe a Adam Smith y a Montesquieu, quienes plantearon que del egoismo de cada uno nace el bienestar de todos, y que de ello depende la paz social. Que el mercado es eficáz, y que es el mejor de los mundos posibles, lo que los economistas conocemos como la mejor situación imaginable (el óptimo).

Cuando se quiso trabajar con todos los mercados al mismo tiempo, con la economía, los resultados no convencieron. Walras creía en el equilibrio de todos los mercados, en una armonía general, y en la “mano invisible”, pero nunca pudo demostrar matemáticamente su pensamiento “agregado”, como tampoco pudo demostrar que los mercados repartían mejor las riquezas. Cien años después, Debreu demostró matemáticamente, y bajo ciertas condiciones, que era posible el equilibrio de los mercados, del trabajo de la mano invisible, y de la paz social, lo que le valió el Nobel de Economía. Su demostración particó de situaciones imaginarias, la existencia de competencia perfecta entre empresas y productos, que no han estado ni estarán presentes en República Dominicana ni en ninguna parte del mundo. Que es lo que queremos decir? Que si sometemos los temas a un juicio crítico, con seguridad no pasan la prueba. Mi consejo a Carlos, mejor dejemos eso así, porque tendríamos que cambiar de profesión.

Del análisis crítico puede surgir que la “mano invisible” como tal no existe, como tampoco la eficiencia de los mercados agregados, porque tenemos desacuerdos sociales, hay luchas sociales por la mala distribución de la riqueza, verdades que nadie puede cuestionar. Carlos tiene razón, los mercados y la mano invisible son “ideales”, y el pueblo no come “de ideales”, sino de realidades. En ese sentido es partidario de los conocidos teoremas de Arrow y el de Lipsey-Lancaster, que demuestran matemáticamente la inestabilidad de la teoría del mercado eficáz, refiriéndose al conjunto de los mercados, ó lo que es lo mismo, le van encima al mecanismo de la “mano invisible”.

Como me excedí en espacio, sólo me resta felicitar a Carlos por su contribución, para mí, y desde cualquier ángulo que se vea, su experiencia así contada representa un magnífico aporte al debate del pragmatismo económico y también de la teoría.

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