A su espalda, las pulcras paredes de su oficina en el Teatro Nacional  presentan  imágenes de producciones en las que la actriz puertorriqueña Lillyanna Díaz ha participado. Son fotografías que han marcado su accionar en las tablas y  el de amigos -unos ya idos, otros aún vivos- con los que ha tenido lazos de amistad y trabajo.

Son paredes que, como ella misma  señala, “respiran muchas cosas, entre ellas amistad, cariño y menos amistad en algunos casos”.

Tiempo después de su llegada al país -a principios de la década de los 70- ha estado fuertemente vinculada al  Teatro Nacional, institución que conoció cuando aún estaba  en planos.

“Yo entré aquí en junio de 1973, y el Teatro se estrenó en agosto de ese año. Nuestros primeros nombramientos salieron en agosto. Todo un equipo humano trabajó dos meses antes de la inauguración. Todavía quedamos algunos de los que echamos a andar esta gran nave que en una época  fue llamada un ‘elefante blanco’”, rememora la actriz, que este año celebra cuatro décadas ligada al Teatro Nacional, la actuación, la producción y el  diseño de luces.

Entre risas y anécdotas su mente vuela al año 1971 cuando se entrevistó con el arquitecto Teófilo Carbonell. Hasta él llegó recomendada por amigos mutuos. Los dos años siguientes se le hicieron interminables. Cada vez que pasaba por la zona pensaba: “¿Me irán a llamar?”. En abril de 1973 recibió una llamada de Eduardo Villanueva, quien le preguntó si podía ir a una entrevista. Luego de hablar con el maestro Carlos Piantini y Carbonell le dieron el visto bueno. Lillyanna fue contratada como encargada  del diseño de iluminación de planta, y junto a  Bienvenido Miranda y Marosa Mayorga empezó a formar el departamento técnico  que hoy  dirige.     

“¡Ha sido una trayectoria hermosa! Ha habido risas, lágrimas, ha habido de todo, como en todas partes y en la vida de todo el mundo”, señala Lillyanna, quien además afirma “pero ha sido un viaje bueno. Entre uno y diez, yo le daría un nueve. Ha sido un buen viaje. Una ha aprendido mucho, ha conocido a mucha gente, grandes artistas, grandes técnicos que nos han venido a enriquecer”.

Estos 40 años en el Teatro Nacional la motivan a solicitar a las autoridades más “cariño” para esta institución, que  aumenten los sueldos y que respeten y valoren  el trabajo de los técnicos.

“Lo único que me entristece es que el técnico dominicano en su totalidad no ha sido reconocido y respetado  por su trabajo.  Necesitan esas dos cosas, y que sean valorados”.

Además exhortó a  hacer una escuela para formar técnicos en iluminación.

Como actriz.  Lillyanna ha participado en unas 30 obras. Debutó en la pieza “Los soles truncos”, en 1980, bajo la dirección de su “adorado” Bienvenido Miranda junto a Flor de Bethania Abreu y Ana Hilda García. Es tan versátil que ha actuado  en ballet, musicales y cine.     

Productora. En esta rama, su nombre ha estado vinculado a siete obras, siendo la primera “Entre Dios y el diablo” y la última “Cárcel de mujeres”. “No he producido más nada porque no hay dinero”, puntualizó.

En “Glorious”. A partir del 9 de este mes, Lillyanna regresa a las tablas en la producción “Glorious” en la que actuará junto a Cecilia García, Cuquín Victoria, Dante Cucurullo, Dolly García y Crystal Jiménez.

En la obra personificará a Dorothy, rol del que está “enamorada”.

“Me ha fascinado el personaje. Ella es supuestamente la mejor amiga de Florence. A ella le gusta el jerez y es muy cómica. Tengo unas escenas que a lo mejor la gente dirá: ¿Cómo, y esto?”, dijo con mucha teatralidad, mientras destaca la profesionalidad de sus colegas. “¡Es una obra espectacular!”. 

Otros proyectos. Lillyanna es una mujer incansable. No bien termina un proyecto cuando ya está planificando otro. Para los meses próximos tiene  “Gorila” con Carlos Espinal, la ópera “La Bohème”, la opereta “La viuda alegre”, “La bella durmiente” y otros.

Con una sonrisa, Lillyanna  agradece la confianza que han depositado en su experiencia.