Cuaresma sin armas

Cuaresma sin armas

PADRE LUIS ROSARIO
La cuaresma es un tiempo para desarmar el corazón de toda violencia y agresividad. Es un tiempo de conversión y de inicio de una vida nueva, alejada de los vicios y de todo lo que empaña la dignidad humana. El mundo necesita cambiar y no cambiará si cada persona no cambia.

Desarmar el corazón tiene como consecuencia directa el deshacerse de las armas materiales, que son instrumentos de muerte y cuyo porte y tenencia son señal de que vemos en los demás a un potencial enemigo al que hay que enfrentarse y posiblemente eliminar.

Hay que correr el riesgo de ir desarmados: es señal de valentía y de confianza en uno mismo.

Algunos creen que son guapos porque llevan en su cintura un arma. Es todo lo contrario: quien va armado demuestra que tiene miedo y que tiene delirio, más o menos agudo, de persecución.

Lamentablemente vivimos en la era del miedo. Por eso los choferes de guaguas públicas llevan todos un machete escondido debajo del asiento y, quien puede, también un arma de fuego.

Por eso también muchos ostentan un arma en su cintura y la tocan nerviosamente con sus manos en repetidas ocasiones, en actitud amenazadora contra cualquier virtual enemigo y asaltante, en ridícula y penosa remembranza del Quijote.

Por eso el mismo Estado, contagiado y presionado por ese miedo, cede a la tentación de facilitar a los ciudadanos la utilización de un arma de fuego, exonerándolos del remordimiento de conciencia, usando como calmante la concesión de una licencia.

No hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de que esa licencia, aunque esté amparada en la ley 36 o cualquier otro instrumento legal que se invente, no modifica el carácter de asesino potencial que se le etiqueta automáticamente a quien se cuelga tal artículo de muerte.

Hace poco un funcionario público me confesó que había renunciado a su arma reglamentaria y que, desde que lo hizo, se sentía más seguro y tranquilo. Me dijo además que, a pesar de que había tenido el arma, nunca pasó por su mente utilizarla.

Como este señor hay tantos que tienen un arma, pero que nunca la utilizarían porque se tienen por gente de conciencia, que nunca harían daño a nadie. Y entonces, para qué tienen el arma si no la van a utilizar?

Creo que todas las personas que andamos desarmadas debemos exigir el desarme de la población, porque el que haya gente armada constituye una virtual violación a nuestro derecho a la vida.

Todo el que anda armado es un virtual asesino, ya que en cualquier momento estaría dispuesto a usar su arma y, aunque no esté dispuesto a hacer uso de ella, es posible que la utilice a causa de las frecuentes confusiones y desorientaciones por las que pasa a diario cada ser humano en confrontación con los desafíos que le presenta la vida.

No hay otra salida que no sea la del DESARME GENERAL DE LA POBLACION o nos comemos unos a los otros en un alocado afán armamentista.

la Cuaresma es un tiempo propicio para desarmarnos y abandonar el camino de la violencia. Pero primero hay que desarmar el corazón y llenarnos de paz interior que genera valentía.

Estamos en una época en que sólo se puede vivir con dignidad si se es valiente; valentía que es fruto de la paz y que rechaza las armas como instrumento de muerte.

Porque el corazón de la paz es la paz del corazón.

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