Cuaresma: Un paseo por los postres latinos

Cuaresma: Un paseo por los postres latinos

Las recetas dulces se consumen en grandes cantidades durante la Cuaresma, algunas originales, otras adaptadas

Por 40 días, desde el Miércoles de Ceniza y hasta el Domingo de Resurrección, la cocina en Latinoamérica lograr explotar en la sencillez de los ingredientes la creación de sabores que hoy forman parte de la tradición gastronómica cuaresmal.

Los platos dulces son los más memorables. Hoy mencionamos algunos postres latinos de la época.

El “Mongo Mongo” es el rey de los dulces colombianos en Semana Santa, una mezcla de frutas como la piña, mamey, mango, batata rallada y cocida y plátano amarillo. Se prepara días antes de consumir.

Mientras que, en México la Capirotada de Cuaresma es el dulce de la temporada más preciado. Es una mezcla de pan tostado recubierto de frutos secos, ralladura de coco, uvas pasas, queso tipo crema y un jarabe de azúcar o sirope.

En Panamá son las ‘cocadas panameñas’, que se elaboran a base de coco y con miel, raspadura o panela, trozos de piña y canela.

Y en Costa Rica, el dulce típico de cuaresma es la miel de chiverre, que se disfruta servida sola o acompañada de arroz con leche.

Cuaresma: ¿Por qué no se come carne?

Desde que inicia la Cuaresma, los católicos dejan de comer carne y la sustituyen por pescado los miércoles y viernes.

El Padre Jesús Estévez es sacerdote de la fraternidad de San Pío X, ligados a las posturas cismáticas de Monseñor Lefebvre. 

Le explicó que “La Iglesia manda y bajo pecado grave, que los días Miércoles de Ceniza y Viernes santos, no se puede comer carne como penitencia, esa es la razón. 

Por eso los viernes de cuaresma se hace abstinencia. Es algo que viene desde las Sagradas Escrituras.

En el Antiguo Testamento ya se indica la abstinencia en tiempos de cuaresma.

Los mismos reyes se vestían de púrpura y se ponían ceniza en la cabeza para ofrendar a Dios y pedirle misericordia.

La Iglesia tomó estos ejemplos. Pero el mayor es el que hizo el propio señor Jesucristo, que nos mostró en el desierto, donde hizo penitencia y ayuno durante 40 días y noches.