Las autoridades danesas y suecas indagan el desastre, mientras Alemania evalúa los daños medioambientales
La detección de una cuarta fuga en los gasoductos rusos Nord Stream parece disipar cualquier otra opción que no sea el sabotaje para explicar esos escapes, cuyo origen investigan las autoridades danesas y suecas, mientras Alemania evalúa los daños medioambientales en el Báltico.
Las fugas provocarán emisiones tóxicas por el equivalente de 7,5 millones de toneladas de CO2, según un comunicado emitido hoy por la Agencia Federal de Medio Ambiente (UBA) y basado en estimaciones sobre el volumen de gas acumulado en esas tuberías.
Ni el Nord Stream 1 ni el 2 estaban en servicio. El primero interrumpió los suministros hace semanas, al alegar Moscú problemas técnicos, mientras que el segundo nunca entró en funcionamiento, puesto que el canciller Olaf Scholz lo bloqueó a raíz del reconocimiento por Moscú de las autoproclamadas repúblicas separatistas del Donbás, en febrero. Por otro lado, el Kremlin llamó a iniciar una investigación internacional urgente de las fugas detectadas en los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2.