Cuatro buenas razones para visitar al podólogo

Cuatro buenas razones para visitar al podólogo

Muchas veces concentramos nuestros cuidados de salud en la cabeza, las manos y los ojos  y nos olvidamos de los pies.

Crasso error, pues los pies cumplen funciones importantes del cuerpo: sostienen nuestro  peso  y nos llevan de un lugar a otro.

Sin embargo, viven la mayor parte del año dentro de ajustados  zapatos y altas zapatillas, y, muchas veces, no tienen las atenciones que se merecen.

Pero cuidar los pies es una prioridad que debe convertirse en un hábito si queremos prevenir la aparición de durezas, juanetes y otros trastornos comunes que, aunque no revistan gravedad, son terriblemente dolorosos.

A continuación ¡Vivir! comparte con ustedes cuatro buenas razones para visitar el doctor de los pies.

1. La aparición de callos

Se trata de piel engrosada que se desarrolla en una zona sometida a excesiva fricción y que aparece como consecuencia de un calzado inadecuado y excesivamente estrecho.

Son uno de los trastornos más habituales de los pies.

2.  Mal formaciones

Nadie mejor que el podólogo para estudiar la morfología del pie, observar dónde se encuentran situados los callos y determinar sí son el reflejo de otros problemas.

3. Los dolorosos  juanetes

Son  una deformación del primer dedo del pie que da lugar a una protuberancia que se desarrolla hacia el exterior y que tiene un alto componente hereditario.

Los juanetes no surgen de la noche a la mañana sino que se forman poco a poco, están muy relacionados con el tipo de calzado que se emplea.

4. “El pie de atleta”

Es una dolencia que ha sufrido en algún momento buena parte de la población. Se trata de una infección por hongos que puede desarrollarse en el propio pie o contagiarse por otras personas, y que aumenta las posibilidades de aparecer con la humedad y el roce.

Cuidados básicos

Utilizar un calzado cómodo, flexible, que sujete el pie pero que no lo contraiga.

Mantenerlos bien hidratados con cremas específicas. 

Es aconsejable caminar calzado por zonas húmedas muy transitadas, como piscinas y gimnasios, utilizar zapatos que permitan que el pie respire, usar medias de algodón y secarse muy bien los pies después del baño o la ducha.

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