Cuatro economías latinoamericanas, por primera vez en una cumbre del APEC

Cuatro economías latinoamericanas, por primera vez en una cumbre del APEC

 Manila.- Los cuatro países latinoamericanos que participan en la XXIII Cumbre de Líderes del APEC que hoy comenzó en Manila están aprovechando su participación en el Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico para reforzar su posición y la de la región.

Los presidentes de México, Coolombia, Perú y Chile han tomado conciencia de la importancia de que por primera vez cuatro economías latinoamericanas acudan unidas a un foro multilateral en el que participan 21 países, entre ellos las tres principales potencias mundiales (Estados Unidos, China y Japón).

“Ha habido un reconocimiento de los países miembros del APEC del avance que hoy día representa la Alianza del Pacífico como un modelo ambicioso en la línea del libre mercado”, declaró hoy a Efe el presidente de Perú, Ollanta Humala.

El interés del APEC en la Alianza del Pacífico se ha visto reflejado en la invitación para que a la cita de Manila acudieran las cuatro economías más dinámicas de América Latina, que desde 2012 integran una plataforma económica y comercial que pone especial énfasis en su proyección al Asia Pacífico. Y ello a pesar de que Colombia no es miembro del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico debido a una moratoria que bloquea su ingreso, y el de otros países, desde hace 25 años.

“Nosotros estamos aquí porque Chile, México y Perú le dijeron a Filipinas que era muy importante que Colombia participara. Somos el único país no miembro del APEC que está asistiendo a esta cumbre”, recordó el presidente colombiano, Juan Manuel Santos.

El diálogo entre los líderes de la Alianza del Pacífico y los países del APEC tuvo lugar al final de la primera jornada de la cumbre y, a juicio del canciller chileno, Heraldo Muñoz, tuvo como elemento importante precisamente la presencia de Colombia.

“Esta reunión fue un reconocimiento a su aspiración de formar parte del foro”, subrayó el jefe de la diplomacia chilena, quien consideró también “muy positivo que tantos presidentes del APEC valoraran lo que ha hecho la Alianza del Pacífico».

El presidente de México, Enrique Peña Nieto, fue más lejos y propuso institucionalizar el diálogo entre el APEC y la Alianza del Pacífico “mediante un grupo de trabajo que impulse la cooperación en temas de interés común». A juicio de Peña Nieto, el encuentro entre los líderes de los países que conforman ambos bloques representa un hito, “porque inaugura un diálogo al más alto nivel entre dos importantes iniciativas de integración y cooperación del Asia Pacífico».

Y apuntó al menos a tres áreas en las que podría darse la cooperación entre ambas iniciativas- la participación de las pequeñas y medianas empresas en las cadenas globales de valor, la integración económica regional y el desarrollo de capital humano.

Para echar a andar este mecanismo ya hay una iniciativa concreta encima de la mesa, la creación de un fondo de capital emprendedor, que contará con una inversión inicial de hasta 100 millones de dólares y que comenzará a operar en 2017.

Las cifras ponen de relieve el intenso intercambio comercial entre ambos bloques, ya que el 25 por ciento de las importaciones de fruta de los países del APEC provienen de la Alianza del Pacífico, que también les surte del 23 % del cobre y el 13 % de las compras automovilísticas.

Además, las economías del APEC son el destino del 58,4 % de las exportaciones colombianas, el 65 % de las chilenas y el 43 por ciento de las peruanas. Pero la presencia de los países latinoamericanos en el Asia Pacífico no se circunscribe únicamente a estos dos mecanismos de integración económica y comercial, sino que también participan en el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), donde están representados Chile, México y Perú.

Este ambicioso acuerdo comercial, alcanzado en octubre pasado por doce países que representan el 40 % de la economía mundial, celebró una reunión hoy en Manila en la que decidieron que la firma del documento se haga el 4 febrero de 2016 en Nueva Zelanda y que la aprobación por parte de los respectivos parlamentos tenga un plazo de dos años.