Cuatro hipótesis heterodoxas

Cuatro hipótesis heterodoxas

FERNANDO I. FERRAN
Tras el resultado de las elecciones estadounidenses del pasado 2 de noviembre la pregunta obligada en y fuera del país ha sido: «¿Qué se puede esperar de un segundo período presidencial de George W. Bush?. Siendo sincero, por aquello de que el futuro no está escrito, reconozco que ignoro la respuesta aún cuando pase a exponer algunas hipótesis para fines de prognosis.

La primera hipótesis, a contracorriente, es que la segunda administración del presidente Bush no será más de lo mismo. Los denominados halcones de la política norteamericana tendrán que hacer concesiones a las palomas por una razón poderosa; a saber, la dividida sociedad norteamericana, tanto como el progresivo y hasta indetenible déficit fiscal de su gobierno, necesitan encontrar una salida airosa al conflicto iraquí. Y para ello no hay mejor medida que bajar la tensión belicista en el Medio Oriente, que es exactamente lo contrario del resultado obtenido hasta el momento luego del injustificable atentado del 11 de septiembre de 2001.

La segunda hipótesis, esta vez más previsible, es que en la medida en que el nuevo equipo gubernamental del Presidente Tienda un brazo de acercamiento y de colaboración a los aliados tradicionales de Estados Unidos, éstos depondrán sus reservas y aprenderán a convivir con él. En un ambiente de mayor concertación la lucha contra el terrorismo, razón de ser hoy día de la preocupación fundamental del pueblo y del gobierno estadounidenses, llegará a ser más efectiva.

La tercera hipótesis es más provocadora que cierta. De acuerdo con ella, en la medida en que se diluya el conflicto iraquí y se articule un frente eficiente contra el terrorismo, el presidente Bush prestará mayor atención al sur del Río Grande y respaldará su creencia de antaño, es decir, que éste será el siglo de las Américas. Al reinsertar a América Latina en la agenda de Estados Unidos las negociaciones del ALCA se reactivarán y con ella surgirán mejores posibilidades de negociación para aquellas economías más pequeñas que no lo hayan hecho ya de manera bilateral.

Y por fin, una última hipótesis que nos concierne a todos. Según ésta, el nuevo mandato del presidente Bush en la Casa Blanca hay que transformarlo en una oportunidad para República Dominicana en términos institucionales y comerciales. En términos institucionales pues, ante el riesgo de que el empobrecimiento generalizado de la población, la corrupción desenfrenada y la descomposición moral degeneren en caldo de cultivo de la inseguridad ciudadana y de un rotundo fracaso incluso de la democracia electoral vigente en el país, el gobierno del presidente Bush tiene en sociedades como la dominicana un compromiso impostergable con la institucionalización del Estado de derecho y con la promoción de las ciudadanías política, civil y social.

La última hipótesis también implica que los próximos años hay que convertirlos, por la vía política, en una oportunidad comercial. Léase bien, más allá de los aproximadamente 100 días que tenemos para lograr una fórmula del tipo «ganar-ganar» y así dejar atrás el impasse relativo a la eventual participación dominicana en el CAFTA. En lo adelante las negociaciones comerciales deben entrañar –por motivos estrictamente políticos– valores tales como la equidad y el respeto mutuo. Esa es la mejor vía para obviar los desacuerdos provocados por intereses personales y de corto plazo, independientemente de que se escuden en incidentes tales como un impuestos interno al sirope de maíz y la protección de productos nacionales frente a la competencia desleal, o que se oculten en cuestiones aparentemente técnicas como las reglas de origen y el impedimento de utilizar libremente tela asiática.

Expuestas las cuatro hipótesis, hago una aclaración. Las hipótesis son heterodoxas. No sólo porque son muy pocos quienes consideran que la nueva administración del presidente estadounidense traerá algo nuevo, sino porque aún son menos quienes formulan en qué radicará la novedad. En lo que a mí se refiere, sin embargo, me atengo a ellas. Y bien sé que si me equivoco debo esperar cuatro años más de políticas antiterrorista y de déficit fiscal, en medio de un profundo malestar del orden internacional, soportando el olvido de todo un continente y padeciendo a consecuencia del deterioro institucional del país y de los inexorables efectos adversos que se seguirán de cualquier mala política-comercial.

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fferran1@yahoo.com

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