Cuatro letras y una palabra: Dios y la regla de oro (1 de 5)

Cuatro letras y una palabra: Dios y la regla de oro (1 de 5)

I. Dios como cuestión. Así, pues, a seguidas dejo de lado cualquier diccionario y abordo la cuestión del socorrido término: lo recuerdo, Dios. En un primer momento transcribiré qué entienden prominentes figuras del pensamiento -particularmente occidental- por ese término. Desprovisto de ínfulas bibliográficas, citaré sin analizar ni criticar, circunscrito a un propósito únicamente ilustrativo del sinfín de acepciones detrás del término en cuestión. ¡Ah!, y sin ninguna pretensión de construir una mampara o argumento de autoridad con el propósito de que -lo que otros dicen- avale al final de la exposición lo que concluiré.

En ese contexto trataré -en un segundo momento- de analizar si lo que es dicho, lo expresamos con conocimiento de causa porque existe, está ahí; o si más bien con ese sonido en la mente, labios y bolígrafos de algunos connotados pensadores de múltiples ramas del saber no más se refieren a algo superado, quizás de índole lógica aunque inexistente, o simplemente a un fenómeno del orden de lo deseado y por muchos esperado.

II. Regla epistemológica. Antes de adentrarme en mi propósito enuncio mi regla de oro epistemológica. La única a la que en este escrito y en los cuatro subsiguientes me atendré mientras escudriño esa palabra de cuatro letras, Dios, que en lo sucesivo escribo significativa pero arbitrariamente con mayúscula y en cursivas. Esta es la regla: consciente y voluntariamente me abstengo de transgredir epistemológicamente el simbólico Rubicón. No atravieso el río por más riesgo que esto pueda ocasionar, pues con su desenfrenado correr simboliza cuanta experiencia y decisiones de vida mortal afrontamos en el espacio y tiempo que habitamos.

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En cuanto tal, epistemológicamente, al menos a modo de juego virtual de simulación contemporánea, ni retrocedo ni avanzo hacia una u otra orilla de ese río. Fuera del alcance de mi razonamiento quedarán, por consiguiente, de un lado, la ribera de la inocencia original perdida o quizás abandonada, y, del otro lado, la impenetrable gratuidad de la orilla de la fe. Ambas playas permanecen ex profesor fuera de discusión. No porque no sepa que existen y que están dentro de la experiencia humana, sino porque voluntariamente comparto la interminable tradición de sujetos semejantes a mí que se balancean en el transcurso de sus vidas cavilando la envergadura y el significado, de muchísimas otras experiencias, entretanto otros hablan y oyen hablar de la gratuidad del paraíso y de Dios.

Así, pues, dejo constancia de una vez y por todas: en el ensayo que propongo aquí no salgo del agua ni me adentro en alguna de las extremidades del mismo río de la vida humana, no por ser desconocidas o por estar vedadas, sino porque permanecen inconfundibles e inseparables por alejadas que entre sí las mantenga el mismo lecho fluvial y todo lo que por él corra.

III. Afirmaciones sobre el tema. El tema de referencia articula uno de los más complejos y antiguos de la filosofía y del pensamiento humano en general. Acaso no pensamos los seres humanos desde los albores de nuestra existencia ¿Qué o quién dio origen a todo? ¿Qué sentido -si alguno- tiene?

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Las respuestas son tantas como mente pensante exista. Por medio de una cascada tradicional de afirmaciones nuestros predecesores se han esforzado por aproximarse, tantear y alumbrar dicha cuestión acerca del término en cuestión. De mi parte, como para sentir el impacto del agua corrida, me limito a hacer eso que hoy día se conoce en buen “spanglish” como un search por Mr. Google y su inigualable compañera, la Red. Las siguientes citas tienen por único propósito provocar la imaginación y aún más suscitar la curiosidad y despertar, si hiciera falta, la inteligencia a partir de la definición consignada por la Real Academia Española para la palabra Dios:
“Ser supremo que en las religiones monoteístas es considerado hacedor del universo”.

  1. Libro del Éxodo, Antiguo Testamento: “Yo soy el que soy.”
  2. Heráclito de Éfeso: “Dios es día y noche, invierno y verano, guerra y paz, abundancia y hambre”.
  3. Platón: “Dios es el ser trascendente perfecto y eterno que proporciona orden, forma y propósito al universo”.
  4. Aristóteles: Dios es “puro acto” y lo único que hace es “pensar pensamientos” («nóesis noéseos”, en alfabeto griego «???s?? ???se??»). No cualquier pensamiento, sino «pensarse constantemente». Esa no es solo la esencia de su «ser» sino la forma en que su «ser» es. Y, siendo, es la “causa final” que todo atrae.
  5. Alejandro Magno: “Dios es padre común de todos los hombres”.
  6. Juan el evangelista: “Dios es amor”.
  7. Agustín de Hipona: “Dios es simplemente omnipotente, omnisciente, omnipresente y decidió crear el universo por amor al bien”.
  8. Avicena: “Dios es la única fuente de toda perfección, de la cual todas las demás cosas derivan la existencia”.
  9. Tomás de Aquino: “Dios, que es acto puro y no tiene nada de potencialidad, tiene un poder activo infinito sobre las demás cosas”.
  10. René Descartes: “La idea de un Dios infinito… tiene en sí más realidad objetiva que las que me representan sustancias finitas”.
  11. Blas Pascal: “Dios es un círculo cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna”.
  12. Baruch Spinoza: “Todo cuanto es, es en Dios, y sin Dios nada puede ser ni concebirse”.
  13. David Hume: “Si no puedo observar a Dios, entonces no está dentro del alcance de la razón y no vale la pena pensar en ello”.
  14. Immanuel Kant: “Dios no puede ser conocido objetivamente sino que es probado a través de nuestra razón y moralidad”.
  15. G.W.F. Hegel: “La vida íntima del espíritu, el pensamiento, el yo, o bien la totalidad concreta de los seres, que no es otra cosa que Dios”.
  16. F. W. J. von Schelling: “Todo es Dios; la cosa individual es Dios, Dios es todo”.
  17. Sören Kierkegaard: “¡Dios es una paradoja, deja de intentar reconciliarte con la razón y vive la fe!”.

-“Dios crea de la nada…, pero él hace lo que es todavía más maravilloso: él hace santos de los pecadores”.

  1. Paul Tillich: “Si la fe en Dios es entendida como estar preocupado por las últimas cuestiones, la duda es un elemento necesario en ella”.
  2. Alfred Whitehead: “Dios es la última limitación y su existencia es la última irracionalidad”.
  3. Mahatma Gandhi: “Dios no tiene religión”.
  4. Emmanuel Levinas: “Si la intelección del Dios bíblico -la teología- no alcanza el nivel del pensamiento filosófico, no se debe a que piensa a Dios como ente sin explicitar previamente el `ser de este ente, sino porque, al tematizarlo significa de una manera inverosímil… lo más allá del ser, la trascendencia”.

-“Dios no es simplemente el ´primer otro´ (autrui), otro por excelencia el absolutamente otro´, sino un otro (autre) diferente del otro (autri); otro de otra manera, otro con una alteridad previa a la alteridad del otro, previa a la obligación ética para con el prójimo, y diferente a cualquier pro´jimo, trascendente hasta la ausencia, hasta su posible confusión con el trajín del hay”.

  1. Viktor Frankl: “Dios está inconsciente, ¿puedo tomar un mensaje?”.

Necesitado de poner punto final a este sondeo aleatorio y meramente nominal, me parece conveniente consignar huellas del aporte latinoamericano en ese contexto, no en función de definición y atributos particulares, sino de la mismísima existencia de Dios:

  1. Octavio Paz: “Dios existe. Y si no existe debería existir. Existe en cada uno de nosotros, como aspiración, como necesidad y, también como último fondo, intocable de nuestro ser”.
  2. Ernesto Sábato: “Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento logra ser Goya, pero generalmente es un desastre”.

José Ramón Albaine Pons: “Dios, considerado hoy un meme por muchos, sí existe, como un patrón de información en estructuras neurales humanas que se repiten en millones de personas en el mundo. Dios es un meme exitoso”.

  1. Papa Francisco: “Dios es el primero en actuar.”

IV. La pregunta. Así, pues, antes de continuar el análisis de la palabra en mientes, hago la transición religándolo todo en una pregunta clásica, aunque olvidada, de Platón: “¿Quién es, pues, el creador y padre de este Universo? Difícil es encontrarlo; y cuando se ha encontrado, imposible hacer que la multitud lo conozca”.

¿Por qué tal ignorancia platónica? Quizás porque una vez sumergidos en el Rubicón de la vida, y sin apelar epistemológicamente -y por legítimo que eso sea- a la fe o a la inocencia original, no deja de vibrar con su “poema a Dios, ese pajarito mandón”, de Julio Cortázar:

“No me ordenes nada,

No te obedeceré,

y entonces será horrible”.

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