Cuatro maestros, ocho muestras

Cuatro maestros, ocho muestras

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Referirse a “maestros” y “muestras”, casi parece un juego de palabras. Sin embargo, es un hecho en Visión 4, compuesto por ocho conjuntos expositivos. La parte gráfica y documental ocupa las cuatro salas adyacentes al gran salón y sus galerías laterales, albergando los cuadros pictóricos de los artistas. Expresamos que es una bienvenida coincidencia arquitectónica de Bellas Artes, ya que los expositores son cuatro y el visitante puede iniciar la visita a las obras sobre papel con un artista elegido: nombre, fotografía y palabras anuncian su muestra.
El Dibujo. Elsa Núñez decidió presentar dibujos, que son estudio preparatorio a una pintura o trabajos independientes. Ambas formulaciones, similares y exquisitas para la mirada, tan ligeras como intensas, directas y expresivas, testimonian el virtuosismo en el trazo y la tinta, entre efusividad y fluidez. Finos grabados no faltan. ¡Una documentación de trofeos y publicaciones nos impresiona!
Rosa Tavárez ofrece una presentación simbólica de su oficio como la mayor grabadista del país y en todas las técnicas. De estas obras incontables, vemos un pequeñísimo ejemplo… que basta para demostrar su excelencia gráfica, y de nuevo lamentamos la ignorancia reinante por el valor del grabado. El dibujo también despliega su seducción. La documentación personal es muy amplia. Particularmente interesante es que cada expositor enseña personalidad y temperamento, destacándose porque fueron sus propios curadores…
Antonio Guadalupe se distingue en su afinidad con la serie: así, “Hombre y fauna”, dramática y armoniosa simbiosis de línea ágil, color tenue, ritmo interior, proyección de la naturaleza y preocupación introspectiva. Por cierto, la línea siempre está obviamente presente en la pintura, y el color en el dibujo: difieren el material, el soporte y el formato.
Aquí, el concepto de “colección” también nos interesa. Una particularidad de “los” artistas es que, pese a reconocimientos y premiaciones, no los han reunido como sus colegas femeninas, tal vez más cuidadosas en su atesoramiento… José Perdomo, -finalmente “los países” nos lo devolvieron-, seduce, desde la calidad texturizada del papel hasta su “Mundo mágico de JOP” – ¡alias José Perdomo!- Un encanto de pequeños personajes, humanos y animales, juguetea y baila a través de la superficie, recordándonos cómo el autor asocia dibujo y pintura. Fue sin dudas un período cimero y un discurso complejo.

La Pintura. Si hoy damos prioridad al dibujo y la gráfica de los cuatro maestros, es porque en otros textos analizamos sus pinturas, y, efectivamente, esta antología expuesta recorre, en mayoría, un itinerario de obras producidas anteriormente. Una propuesta es común a todos: el rechazo de la escisión, figuración versus abstracción.
Formal o informalista, Elsa Núñez presenta una versión real-imaginaria del paisaje, tan tropical como planetario. La mirada interior se convierte en una sublimación plástica de elementos naturales, abierta a lecturas sin límites.
Rigor místico y turbulencia discrecional ascienden a una metamorfosis fascinante, culminando en aquel “Mundo ecológico y astral”.
Rosa Tavárez, en su lirismo pictórico, enaltece casi siempre la vida y el cuerpo en modulaciones de transparencias y texturas sucesivas.
El color enardece la expresión y la dimensión orgánicas. La pintura, a la vez estructurada e irradiante, puede volverse explosiva y no vacila en llegar a una abstracción estremecida y turbulenta, de lectura abierta y emocional.
En “El sueño de Liborio”, calificado de “imagen mental”, Antonio Guadalupe demuestra su facultad de obviar la reiteración, gracias a una ilimitada disposición espacial, recreando equilibrios y desafiando las direcciones. Imágenes vibrantes transfieren al lienzo una permanente experimentación.
La magnífica paleta suma tonalidades ensordecidas o encendidas.
¡Cuánto nos alegramos por la integración de José Perdomo a Visión 4! Este gran artista redefine el paisaje, asociándolo con la fe, la Creación y las Santas Escrituras, construyendo un discurso pictórico de particular belleza, múltiple pese a su sencillez aparente, ajeno a cualquier definición, entre realismo fantástico, encuentro mítico y místico, escritura ignota.

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