Cuatro Premios Nacionales de Artes Visuales

Cuatro Premios Nacionales de Artes Visuales

Cuatro grandes del arte dominicano. Máximo reconocimiento para Vicente Pimentel, José Rotellini, Antonio Guadalupe y Polibio Díaz

El otorgamiento del Premio Nacional de Artes Visuales es el mayor reconocimiento hecho a un artista dominicano.

Se le considera en toda su importancia, ya que, laurel oficial, conferido por el Ministerio de Cultura, consagra al maestro elegido, definitivamente.

Los elegidos son ahora cuatro, desde el año pasado. Vicente Pimentel, José Rotellini, Antonio Guadalupe, Polibio Díaz, acaban de ser distinguidos y ameritan ese honor, no solo por una dedicación al arte, durante medio siglo o más, sino por su papel en la creación dominicana.

Premios y premio. Ahora bien, si hay consenso acerca de los maestros premiados, no hay unanimidad por la multiplicación de los premios. Se justificaba por la circunstancia de no poder designar a un solo candidato por mayoría de votantes del comité, aparte de la contribución sustancial ampliada.

Sin embargo, puede carecer del valor simbólico, real y ejemplar, de distinción excepcional que tiene el premio único. Tratándose de una modificación por decreto presidencial, solamente otro decreto tiene facultad para retornar a la premiación de origen, y probablemente esto sea motivo de discusión entre los mismos artistas y en el medio cultural.

Otra modificación reciente, y totalmente bienvenida, consiste en que el Premio Nacional, otrora de artes plásticas, se extienda a las demás categorías de artes visuales, de modo pluridisciplinario, y en particular a la fotografía. Así mismo había sucedido con la Bienal Nacional, ¡y desde hace tiempo!

Tampoco, debemos ignorar la atribución de Premios póstumos, a los creadores magistrales, que, pese a su excelencia, no tuvieron “en vida”, la oportunidad de la distinción máxima. O porque no existía, el Premio se inició en 1993. O también porque hubo interrupción de años en su otorgamiento.

Aunque era entonces un galardón puramente honorífico, siempre que lo vuelvan a conferir no estaría demás una suerte de compensación, como por ejemplo una monografía.
Ahora bien, lo esencial es que la premiación, en 2020, se ha logrado a tiempo, sin la menor demora.

Cuatro grandes premiados. No nos cabe duda de que Vicente Pimentel merecía el Premio Nacional de Artes Visuales, y mucho antes… Es, con Iván Tovar -premiado-, el único artista plástico dominicano con real y alto prestigio internacional… Desde la década de 1980 ascendió su fama europea, y el hecho de que, aun con contactos frecuentes, no volviese al país, no había ayudado a su máximo reconocimiento local.

Hay palabras poéticas del propio Vicente -citadas por el historiador del arte Jean-Luc Chalumeau- que, casualmente, ilustran esta presencia ausente: “Las páginas blancas de mi ausencia”…

Vicente Pimentel, magnífico dibujante figurativo, muy joven premiado tres veces consecutivas en el Concurso Eduardo León Jimenes, despliega una abstracción inconfundible, cómplice con el espacio…

Como si huellas, desechos y cenizas de la tierra impregnaran, perennemente, la tela o el papel, siendo también esenciales el color – blanco, negro o transparencias luminosas-. Creemos muy difícil que una “escritura” abstracta, obviamente interior, tenga este caudal de emoción, fluidez y potencia.

La escultura es la pariente pobre del arte dominicano, no solamente por la escasez de coleccionistas, sino por factores que explican sus limitaciones, como el maltrato del “arte público”… José Ramón Rotellini, por fin premiado, ilustra la desgracia del agravio.

Como escultor, Rotellini ha expresado sabiduría y precisión, llevadas por el control perfecto de la mano y de las herramientas, destacando un labrado de la superficie, más allá del dominio volumétrico y formal, en los más diversos materiales, ejemplo de virtuosismo en el metal, la madera, la piedra.

Se ha distinguido, en cada punto de la obra, del plano, del detalle, en la abstracción como en la figuración.

Luego, este premio le ha rendido alguna justicia aunque no compensación, cuando varias obras de él, como retratos, habrían sido desplazadas y sustituidas por artefactos incalificables de resina.

Quien más nos ha acompañado, entre los premiados, es Antonio Guadalupe, incansable trabajador y creador, en el dibujo y la pintura. A partir de la década de 1960, ha impuesto su definición del expresionismo fantástico, cuyos motivos investigan y reinventan las culturas amerindias, aboliendo la distinción figuración versus abstracción.

Antonio Guadalupe ha ido enriqueciendo su discurso pictórico, y es hoy uno de los pintores dominicanos más fuertes, originales y personales. Ha tratado temas religiosos, sociales, (pre)históricos, ecológicos –cada vez más importantes-. El dibujante magistral, ha desarrollado, simultáneamente, gran dominio del color, de los tonos y variaciones de la luz –desde la profundidad del mar hasta el brillo del sol-.

Nos alegramos que haya un segundo fotógrafo Premio Nacional, imponiéndose la fotografía como el médium de singular relevancia. Es ahora Polibio Díaz. Sus fotografías, poderosas pero tiernas, poseen contenido social, fuerza testimonial, planteamiento sensorial y conceptual. No proponen solamente una representación, sino una situación individual y colectiva, o sea una atmósfera, una identidad, que él ha escogido y sabido captar.

“Momento decisivo” (definición de Cartier-Bresson), lo es, no obstante su visión sobrepasa la necesaria instantaneidad.

Polibio Díaz anhela que su iconografía perdure en la memoria, más allá de lo antropológico, aunando cualidades formales fascinantes e insidiosas, expansión de lo visto y vivido. Así él revela la decoración típica de los barrios, un kitsch y barroquismo que traduce la búsqueda estética de los moradores.

Lejos de ser simple visión de las cosas, la fotografía de Polibio Díaz –llevada a una monografía internacional- transmite cultura y condición humana.

En pocas palabras, el veredicto del Premio Nacional de Artes Visuales 2020 causa una particular satisfacción.

                                          

Jean-Luc Chalumeau

A las formas estalladas que se ofrecen al conocimiento, Vicente Pimentel responde por su atención sin falla. A las formas que el pintor ha sabido reorganizar en un universo soberanamente “ligado”, respondemos nosotros por nuestra admiración y, ¿por qué no?, por nuestra emoción”.

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