Las enfermedades cardiovasculares causan muchas muertes al año la mitad son provocadas por el infarto de miocardio: la principal causa de muertes entre hombres y mujeres en todo el mundo por eso el portal El confidencial ha publicado las principales señales que pueden indicar la presencia de un ataque al corazón.
1. Fatiga y dificultades respiratorias. La disnea, o dificultad para respirar, aparece antes de numerosos infartos, particularmente entre las mujeres, y puede comenzar meses antes de que suframos un ataque al corazón. Normalmente está acompañada de una gran fatiga. Se trata de unos síntomas difíciles de asociar a un paro cardiaco, pero si nos encontramos exhaustos sin una causa aparente lo más inteligente es que acudamos prestos al servicio de urgencias.
2. Sudoración excesiva. Sudar más de lo habitual, aunque no estemos haciendo ejercicio, puede ser una señal de que nuestro corazón tiene un problema. El bombeo de sangre a través de arterias obstruidas requiere que nuestro corazón haga un esfuerzo mayor al habitual, la temperatura corporal aumenta debido a este esfuerzo y nuestro cuerpo suda para tratar de mantenerla a raya. Estos síntomas pueden aparecer días antes de un infarto: si notamos sudores fríos que no tienen una causa aparente, y la piel fría y húmeda, debemos ir al médico sin prensanlo dos veces.
3. Indigestión, nauseas y vómitos. En ocasiones los paros cardiacos vienen precedidos por problemas digestivos, que incluyen nauseas y vómitos.
Estos son los síntomas más difíciles de asociar con un paro cardiaco, y lo más habitual es que no tengan nada que ver con éste, pero si tenemos un estómago de hierro y no hemos comido nada fuera de lo habitual, una indigestión repentina puede indicar que algo no va bien en nuestro corazón, y haríamos bien en acudir al médico.
4. Dolor en el pecho. Aunque no todos los infartos están precedidos de dolor en el pecho, este es el síntoma más frecuente y más fácilmente reconocible.
El dolor torácico es, por lo general, prolongado –dura en torno a 15 minutos– y se percibe como una presión intensa en el pecho, que puede extenderse hasta la espalda, los brazos y los hombros, sobre todo en el lado izquierdo (zonas que pueden llegar a dolernos más que el propio pecho).
El dolor puede no ser continuado: en numerosas ocasiones viene y va, pero el infarto llegará tarde o temprano.
Tampoco todos los infartos están precedidos por un dolor de pecho de igual intensidad: puede dolernos poco y que, aún así, el paro cardiaco sea inminente.