Cuba en números

Cuba en números

Hurgando en papeles viejos, acaparó mi atención un “estudio psicoanalítico sobre el totalitarismo” del Dr. Gabriel Casuso, publicado en 1962. Allí, sorpresivamente, encontré  datos impactantes sobre la Cuba pre-castrista de escasa circulación entre nosotros. Estimulado con el hallazgo, y frente a la vigencia  de los caudillos de izquierda en el continente, me pregunté sobre la validez del  absolutismo marxista.

El informe sobre la Cuba pre revolucionaria ilustra cómo la mercadología del régimen elaboró una visión en túnel del proceso, proyectando una sociedad moral y políticamente en quiebra, poco más que una república bananera, hasta enero de 1959. Sin embargo, los números dicen lo contrario.

Para 1958, la mayor de las Antillas ocupaba- de acuerdo a los índices de desarrollo de “Las Américas en cifras” y otras fuentes independientes- los tres primeros lugares de desarrollo en Hispanoamérica. El presupuesto de educación, 4.5%, superaba al de los Estados Unidos (3.5%). Impartían docencia a su libre albedrío tres universidades estatales y tres universidades privadas de prestigio internacional. 

En el aire, veintitrés estaciones de televisión y noventa y cuatro de radio. Hoy trasmiten cerca de seis estaciones de radio y quizás tres canales de televisión, bajo control oficial.

Cuba disponía entonces de un aparato productivo eficaz como lo revelan sin equívocos las cifras. Mientras otros países, bajo supuestas dictaduras “positivas” permanecían aletargados (la República Dominicana ocupaba el lugar doceavo luego de treinta años de satrapía) Cuba hablaba “de tú a tú” con los grandes de occidente. 

Plena libertad sindical. Un millón doscientos cincuenta mil afiliados activos en la “Confederación de Trabajadores”. El famoso Hotel Hilton les pertenecía, ya que fue  construido con fondos del sindicato. El consumo de carne era de setenta libras por persona, mayor que el de Estados Unidos. Pastaban seis millones de cabeza de ganado de propiedad privada.

Contrario a la propaganda, solo el 36.6% de los molinos de azúcar pertenecían al capital norteamericano; el 62.13% era de capital criollo. La infraestructura ferroviaria contaba con el mayor número de millas de las Américas.

Comenzando los años cincuenta, el gansterismo político y el descuido de las mayorías le hicieron el pase a la revolución.

El delirio revolucionario dio al traste con el aparato productivo capitalista y fue incapaz de reponerlo, teniendo que medrar de los fondos de la Unión Soviética. La eficiente estructura publicitaria del régimen ocultó el fiasco, destacando los tangibles e indiscutibles éxitos alcanzados en salud, educación, arte y deporte.

En las mismas cinco décadas del absolutismo castrista, y en menor tiempo, países como Costa Rica, España, “Los Dragones de Oriente”, las naciones social-demócratas y en la actualidad Brasil, han superado en todo los índices de progreso el experimento comunista, como ilustran las estadísticas del HDR de 2009 (Reporte del Desarrollo Humano de las Naciones Unidas).

La revolución fracasó. La educación y la salud flotan como banderas raídas en la fantasmagórica isla de cocodrilo, quedando allí la poesía de lo que quisimos que fuera y no pudo ser. Pero caudillos enardecidos defienden nuevas revoluciones, inmunes a la realidad de lo imposible.

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