Cuba hace su balance de 15N: fue una operación que fracasó

Cuba hace su balance de 15N: fue una operación que fracasó

El canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, habla durante una entrevista con The Associated Press en La Habana, Cuba, el miércoles 17 de noviembre de 2021. (AP Foto/Ramon Espinosa).

LA HABANA — “Da la impresión de que Cuba es el único país del mundo en que una protesta que no existió se convierte en una noticia internacional”, se lamentó el canciller de la isla, Bruno Rodríguez.

Días después de unas fallidas marchas y protestas organizadas por un grupo de jóvenes opositores y de que el principal impulsor, el dramaturgo Yunior García, viajara sorpresivamente a España, el gobierno de Cuba hace su balance en voz de su ministro de Relaciones Exteriores: se trató de una operación político-comunicacional que fracasó.

“Es evidente que lo que yo llamé una operación fallida, una operación político comunicacional organizada y financiada desde el gobierno de Estados Unidos con fondos millonarios y la utilización de agentes internos fue un absoluto fracaso”, dijo el miércoles en una entrevista con The Associated Press.

Horas antes, trascendió que García se trasladó a territorio español, poniéndole un clímax a días de tensión y expectativa en la isla.

Cuba estuvo en estos meses en el centro de la mirada pública luego de que en julio una inusual manifestación antigubernamental volcará a miles de ciudadanos a las calles en protestas por el desabasto, los apagones o con reclamos de cambios en el gobierno; y que posteriormente un grupo de activos jóvenes contestatarios convocaran a manifestarse el lunes pasado.

Archipiélago –una plataforma en internet de jóvenes activistas– y García presentaron en septiembre un pedido para una “marcha cívica” en La Habana y otras ciudades al amparo del derecho constitucional de expresarse. La propuesta inicial era para el 20 de noviembre, pero las autoridades dispusieron unas jornadas de la Defensa —movilizaciones cívico-militares de preparación para desastre naturales— por lo que los organizadores cambiaron para el 15.

Esta vez el gobierno sí rechazó abiertamente la solicitud alegando que la manifestación era contraria a la Constitución, que considera al socialismo “irrevocable”, pero los activistas reafirmaron que saldrían a las calles y la Fiscalía advirtió a los rebeldes que irían presos.

La marcha tenía como objetivo reclamar por los presos –sobre todo de julio–, los derechos humanos y un diálogo nacional.

A medida que la expectativa iba creciendo y se acercaba el 15 de noviembre, Archipiélago y García impulsaron otras formas de protesta: vestirse de blanco y portar rosas o colgar sábanas de ese color, y aplaudir a las tres de la tarde, sobre todo para los que no quisieran o no pudieran volcarse a la calle.

Activistas denunciaron la presencia de oficiales en las puertas de sus hogares que les impedían salir, citaciones policiales con advertencias o la presión de simpatizantes del gobierno haciendo mítines en las puertas, cantando consignas revolucionarias o insultando a quienes pensaran diferentes.