Cuba, irremediablemente
atascada

Cuba, irremediablemente<BR> atascada

La excarcelación de presos en Cuba y su traslado al exilio en España aliviarán las penas de los prisioneros y sus familiares. Eso es positivo, pero deja a Cuba atascada en su tránsito hacia algo nuevo y diferente, cual sea ese algo.

Raúl Castro es ahora socio de los altos representantes eclesiales en la excarcelación de los presos y el libre tránsito de las damas en blanco. Mientras tanto, Fidel ha salido del enclaustramiento en que se encontraba para que el mundo lo vea vivito y coleando, siempre dispuesto a dar la batalla.

Estos acotejos no son nuevos, ha habido excarcelaciones anteriormente y no han sido particularmente cambiantes, aunque haya crisis económica o de representatividad de los Castro.

En Cuba no habrá cambios significativos mientras los hermanos dirijan el Estado, y además, mientras Estados Unidos mantenga el embargo. Estos dos factores elevan demasiado el costo del cambio para la mayoría del pueblo cubano que se acostumbró a disfrutar lo bueno del régimen a cambio de callar lo malo.

La situación de Cuba presenta preguntas sencillas para cualquier persona que viviera en gobiernos longevos latinoamericanos: ¿Por qué si todas las dictaduras han colapsado y los gobiernos democráticos han cambiado, no ha sucedido igual en Cuba? ¿Por qué no ha podido el pueblo cubano desmontar el régimen, cuando en otros países se ha logrado, independientemente del resultado posterior? ¿Por qué la mayoría ha optado por aceptar un gobierno de ancianos, como prefiere Silvio Rodríguez, según ha dicho en el intercambio epistolar con Carlos Alberto Montaner?

Intrigan estas preguntas, aunque las respuestas sean sencillas para los seguidores y detractores del régimen castrista. Los primeros siempre responden con la lista de bondades del régimen: salud, educación, deportes y artes. Los segundos repiten que es una dictadura que mantiene el pueblo subyugado.

Pero ninguna de esas respuestas es suficiente para entender la durabilidad de este régimen. Gobiernos buenos ha habido en otros países que no han durado 50 años, y gobiernos malos también ha habido que no duraron 50 años.

Por eso, la durabilidad de los Castro es más compleja que la simple respuesta que ofrecen seguidores y detractores.

Después de la caída del comunismo y del bloque soviético, el factor crucial para el sostenimiento del régimen cubano es el poco interés que tiene Estados Unidos de verlo desmantelado. No se opone con la voracidad de la Guerra Fría, pero mantiene el embargo.

En sus inicios, hace casi 50 años, el embargo tenía el propósito de castigar el régimen y enviar una señal de oposición a las desviaciones políticas latinoamericanas. Pero desde los años 1980, el embargo es funcional al estatus quo en ambos países. Al gobierno cubano le permite mantener su retórica anti-imperialista, que siempre le ha dado buenos resultados; y al gobierno norteamericano le permite mantener bajo control la migración cubana, y ahorrarse los costos económicos de una transición política.

El exilio cubano siempre se ha opuesto a que levanten el embargo con el argumento de que si llegan recursos de Estados Unidos, se beneficiarán los Castro. En su miopía política, muchos exilados no entienden que un flujo de recursos gestaría espacios de poder alternativos, con mayores posibilidades de enfrentar el régimen.

Washington, consciente de ello, y retórica aparte, hace tiempo decidió que es mejor tener a los Castro gobernado, que promover inestabilidad política a pocas millas de la Florida. Por eso, con o sin presos políticos, la transición cubana se mantiene irremediablemente atascada en la ancianidad de sus líderes y del embargo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas