Cuba, piedra en zapato de Bush

Cuba, piedra en zapato de Bush

MIAMI (AFP).- A diez meses de las elección presidencial estadounidense, Cuba sigue siendo la piedra en el zapato de la administración de George W. Bush, obligada a satisfacer al importante electorado anticastrista de origen cubano, pero sin margen de maniobra para hacer más rígido un status quo que ya dura 45 años.

«La dictadura no tiene lugar en las Américas y todos debemos trabajar por una transición rápida y pacífica en Cuba» afirmó Bush en la reciente Cumbre de las Américas de Monterrey, en la que el presidente cubano Fidel Castro fue el único mandatario no invitado, ya que la isla no está integrada en el sistema interamericano desde su exclusión de la OEA en 1962.

¿Anuncia eso algo nuevo para 2004? «La política de Estados Unidos hacia Cuba ha estado forjada por consideraciones electorales domésticas, porque el voto cubano es importante» -400.000 electores sólo en el estado de Florida- , afirma Lisandro Pérez, profesor de la Universidad Internacional de Florida (FIU).

«Pero el margen de maniobra de Bush ante Cuba es muy relativo, porque ya está todo hecho» añade, refiriéndose al permanente embargo y a las severas restricciones a los viajes a la isla desde Estados Unidos.

Cuando Bush habla de transición rápida, desde luego «no puede especificar el tiempo», y al referirse a su carácter pacífico, da a entender que «Estados Unidos no va a mover un dedo para crear caos en Cuba, a través de una intervención militar», asegura por su parte Félix Martín, profesor de Relaciones Internacionales en la FIU.

Ante un exilio cubano en Estados Unidos que mayoritariamente ha dejado de lado veleidades militaristas, Washington quiere «mantener el statu quo», y busca en Cuba «una transición ordenada, sin olas masivas de inmigrantes», explica.

Antonio Jorge, que enseña economía en la misma universidad, asegura por su parte que la frase de Bush es «una exhortación, una petición de ayuda a América Latina para lograr ese proceso» político en Cuba.

Cuando Bush llegó a la presidencia, muchos exilados anticastristas suspiraron, satisfechos: «esta vez, sí…». Pero tres años después, poco ha cambiado sustancialmente en la política de Washington hacia Cuba y varias organizaciones del exilio se encargaron en 2003 de expresar públicamente su «decepción» al presidente republicano.

En el año 2000, 80% del electorado cubano de Florida votó por Bush, contribuyendo a su estrecho triunfo en este Estado, entonces decisivo para ganar la Casa Blanca.

«Ahora Bush tiene que hacer todo lo posible para conservar o reforzar ese voto, y los demócratas buscarán no perder entre el electorado cubano por un margen demasiado amplio», según Pérez.

En este contexto, cuando el presidente vende su concepto de «transición rápida» para Cuba, «eso puede ser percibido como algo ‘abrupto’, como un cambio de régimen por parte del exilio (más radical), y la palabra sirve para este tipo de electores», explica.

Sin embargo, tras la crisis de los misiles en suelo cubano de los años 60 y sobre todo tras la caída de la Unión Soviética en los 90, «Cuba ya no es una preocupación prioritaria, ni representa una amenaza estratégica o militar para Estados Unidos», opina Martín.

Mientras buena parte del exilio anticastrista espera a que el tiempo haga su trabajo -Fidel Castro va a cumplir 78 años en agosto próximo- para una futura transición, Cuba es percibida simplemente por Estados Unidos como una «piedra en su zapato», según expresión resignada de un dirigente de la comunidad cubana en Miami.

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