LA HABANA. AFP. Una Cuba en duelo se preparaba ayer para una semana de ceremonias y procesión por la despedida de Fidel Castro, el padre de la Revolución que puso a la isla en el radar del mundo.
Los funerales del Comandante, un personaje único que forjó la identidad de la isla y se erigió en uno de los símbolos del siglo XX, se extenderán hasta el domingo próximo, cuando sus cenizas serán inhumadas en Santiago de Cuba, cuna de la rebelión que lo llevó al poder en 1959.
El traslado de los restos de La Habana a Santiago, distante a unos 900 km, llevará cuatro días y apunta a convertirse en una movilización de millones de cubanos. «La muerte de Fidel es una gran perdida y lo más importante (es) que murió cuando quiso, no cuando quisieron todos los contrarrevolucionarios», afirmó Manuel Obregón, un taxista de 43 años.
Ayer la isla del bullicio y el baile estaba en silencio. En las calles la gente caminaba cabizbaja, mientras muchos restaurantes cerraron por prohibición venta de licor. Además, el gobierno suspendió los espectáculos, incluidos partidos de béisbol.
El primer homenaje fúnebre será hoy lunes en la emblemática Plaza de la Revolución de La Habana, cuyo acceso comenzó a ser controlado el sábado por la policía. Lo de «mañana no va a ser grande, !va a ser grandísimo! Eso va quedar para la historia», comentó Obregón.
Los medios nacionales, todos controlados por el gobierno, pasaron el día mostrando reportajes, documentales y debates en honor al «compañero Fidel». «Fidel Castro ha sido el político que ha dejado mayor huella en la historia de Cuba y el cubano que jugó el papel más influyente en los asuntos globales», escribió el analista Arturo López-Levy, profesor de Universidad de Texas Rio Grande Valley.
El «Comandante en Jefe» entregó el poder a Raúl en 2006 tras sufrir una hemorragia intestinal. Entre febrero de 2014 y abril de 2015 desapareció totalmente de la escena, lo que alimentó rumores sobre su salud. No obstante, desde hace un año y medio, había vuelto a recibir a personalidades.