Cuba y la izquierda de esta región

Cuba y la izquierda de esta región

La experiencia registra el dato de que, generalmente, las revoluciones triunfantes terminan eliminando las posibilidades de revolución en los países que la circundan. También se registra que muchas veces, en las luchas políticas, los vencedores terminan recogiendo y aplicando los elementos más importantes de los programas de los vencidos.

Así como en Europa el triunfo de la revolución bolchevique tuvo un impacto en las luchas y las grandes conquistas sociales de los trabajadores, el impacto del triunfo de la revolución cubana en esta región ha sido altamente positivo para la  consolidación de importantes conquistas democráticas y para el fortalecimiento de las identidades nacionales frente el hegemonismo norteamericano.

Sin embargo, así como la dirección de la ex Unión Soviética quiso dirigir el impulsar y/o frenar el proceso revolucionario de acuerdo a sus particulares intereses, con la aceptación de la mayoría del movimiento de izquierda revolucionaria europeo, así mismo la dirección de la revolución cubana  quiso exportar su revolución, con aceptación de una significativa franja de la izquierda de su entorno, que pretendió calcar el proceso que condujo al triunfo revolucionario en Cuba.

Las pretensiones hegemonistas de las direcciones de ambos procesos revolucionarios fueron nefastas para el movimiento revolucionario de ambas regiones y, en el caso cubano, terminaron el potencial de un importante segmento de la izquierda que enceguecido por el brillo de la revolución cubana, no pudo leer correctamente la realidad de sus sociedades y terminó dividido, desorientado y sin respuestas ni propuestas viables a nuestras realidades.

En Europa, la debacle del socialismo represivo y estructuralmente ineficiente, ha pulverizado prácticamente la izquierda revolucionaria, quedando como hegemónica una izquierda reformista que no solamente no ha sido capaz de profundizar las viejas conquistas, sino que en el algunos casos se ha prestado a limitarlas.

En esta región, una franja importante de la izquierda por pusilanimidad o por cortedad de miras no admite la obsolescencia de las instancias política y económica del régimen cubano. Esta última instancia, en lugar de producir riqueza está llevando a la indigencia a un amplio sector de la población, al igual que las experiencias socialistas europeas en sus últimos años.

En estos momentos, ante la incapacidad del liderazgo cubano de detener la generalización y profundización de la crisis, en un intento de paliarla en el ámbito de la política, ha recurrido al alto clero católico como tabla de salvación. Ha preferido el conservadurismo eclesial como interlocutor y no a quienes desde posiciones serias y progresistas claman por imprescindibles reformas, como único medio de impedir el colapso y como única forma de preservar la esencia de algunas conquistas de la revolución.

La opción conservadora de la dirección cubana y el mantenimiento de su represiva estructura de poder, profundiza su crisis y al mismo tiempo acentúa las dificultades de la izquierda de la región para encontrar la vía hacia la superación tantos gobiernos ineptos y corruptos. El encuentro de esa vía pasa, inevitablemente, por un serio balance de lo que es y ha sido la experiencia cubana. Entre otras.

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