Cuba y los derechos humanos

Cuba y los derechos humanos

CHIQUI VICIOSO
¿Qué tienen en común los Premios Nóbel José Saramago, Adolfo Pérez Esquivel, Nadime Gordimer, Dario Fo y Rigoberta Menchú? ¿Qué unifica a Oscar Niemeyer, Augusto Roa Bastos, Harry Belafonte, Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Ernesto Cardenal, Alice Walter, Danielle Miterrand, Ramsey Clark, Saul Landau, Frei Betto, Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute, Daniel Viglietti, Sonia Sivestre, José Antonio Rodríguez, Roy Brown, Víctor Víctor, Freddy Ginebra, Augusto Boal y miles de otros firmantes?

A todos y todas les une y preocupa que la tercera semana de este mes, entre el 14 y 22 de abril, la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU, en su 61 reunión, se deje presionar por los Estados Unidos y condene a Cuba por supuestas violaciones a los derechos humanos que frente a las que se suceden a nivel mundial, y local, serían risibles, si no fuera porque la hermana isla ha cometido el pecado de asociar su concepto de independencia nacional con el socialismo, y de desafiar, durante 46 años, las agresiones y el bloqueo contra una definición de los derechos humanos que se resume en el derecho de todos y todas sus ciudadanos y ciudadanas a la vida.

Desacreditados por los informes sobre las torturas a prisioneros en las cárceles de Abuh Graib y Guantánamo, los Estados Unidos ya han perdido su primera batalla al no encontrar a un solo país que presente por ellos la resolución contra Cuba, una isla cuyos indicadores de desarrollo y política social de solidaridad integral con los más pobres se igualan con o son superiores a los de los países desarrollados.

Nadie ignora que cuando se derrumbó la URSS Cuba perdió entre el 70 y 80% de su comercio exterior y se vio al borde de la bancarrota, proceso que logró revertir mejorando sus relaciones con América Latina, la Unión Económica Europea y China, mediante la creación de una nueva ley de inversiones extranjeras que facilitó el flujo de más de 6,000 millones de dólares hacia la isla y la creación de centenares de empresas mixtas, alcanzando en el año 2004 un crecimiento económico de un 7% a nivel general y de un 10,12 y 14% en los sectores mineros y farmacéutico.

Este crecimiento le permitió a Cuba conservar las reinvindicaciones sociales y mantener su estatus como la nación más sana del mundo, con el nivel más bajo de mortalidad infantil del continente y el quinto a nivel mundial. Por eso la mejor humanidad plantea que si la salud, la educación y la cultura son derechos humanos, Cuba es el único país en el continente que emplea el 37% de su presupuesto en esos renglones, alcanzando la inversión en el 2004 unos 12,000 millones de dólares.

Y que si el empleo es un derecho humano, Cuba es el único país del hemisferio donde existe empleo total, habiéndose creado unos 380,000 nuevos empleos para jóvenes, en contraste con las cifras anteriores a la Revolución, donde uno de cada 3 hombres estaba desempleado y solo trabajaban 194,000 mujeres, 70% de ellas como domésticas.

Y que si la educación es un derecho humano, hoy toda la población de Cuba alcanza el nivel doce en escolaridad, es decir el nivel secundario, siendo este el indicador más alto de toda la región y del resto del mundo.

Y que si la longevidad es un derecho humano, los cubanos han pasado de 55 años antes del 1959, a 76 años en el 2004, convirtiéndose la isla en un paradigma no solo para nosotros sino también para el mundo desarrollado.

¿Y tendremos que recordar los logros de Cuba en la cultura, con más de cien bandas de música y ballets municipales, la proyección de sus artes plásticas a nivel mundial y sus escuelas provinciales de arte lírico, sus patios (de casas de familia) donde a nivel rural se fomenta el desarrollo de la artesanía, la poesía y la pintura, etcétera, etcétera?

Y qué decir del deporte?

¿Y de la solidaridad de Cuba con países como Haití, donde hay más de quinientos médicos prestando sus servicios junto con la población, en las condiciones más precarias que puedan imaginarse; o con Venezuela, donde Cuba le ha devuelto la visión a más de 30,000 venezolanos víctimas de cataratas, glaucomas o retinitis diabética?

Son estos los derechos humanos que el mundo observa y celebra cuando se evalúa a Cuba, no los intereses específicos de una nación que no duda en sacrificar a doce millones de cubanos porque no gusta de su presidente, algo que le resultaría totalmente inaceptable si fuese ella la que estuviera en el lugar de Cuba; y son esos los derechos humanos que le pedimos al presidente Leonel Fernández no solo que tome en cuenta a la hora de votar, sino que emule.

Nos sumamos, pues, a la petición de lo mejor de la humanidad para que nuestro país no vote contra Cuba, sino a favor, recuperando así la dignidad que como nación perdimos en el 2004, cuando renegamos de Máximo Gómez y de la tradición de hermandad que desde el indio Hatuey, el poeta nacional de Cuba, Heredia (hijo de dominicanos); la familia Maceo (de origen dominicano) y la familia Henríquez Ureña, Don Juan Bosch y Don Pedro Mir, une a nuestras dos naciones.

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