Cuba y los Estados Unidos

Cuba y los Estados Unidos

Los gobiernos estadounidense y cubano sorprendieron al mundo el día miércoles 17 de diciembre 2014 con el anuncio del intercambio de prisioneros, así como con el inicio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones.

Luego de cinco décadas de bloqueo, el gobierno norteamericano ha entendido que esa cruenta medida de fuerza ha resultado insuficiente para doblegar la firmeza y entereza de la revolución cubana. La patria de Martí acaba de enseñarnos que se puede sobrevivir apegado a principios éticos de la política. Ser coherente, transparente, sin faltar a la verdad, armado con la razón y dispuesto a resistir por una eternidad hacen que un David logre vencer a un Goliat. Con la intermediación del papa Francisco, los herederos de la patria de Céspedes y de José Martí han emprendido una negociación cargada de realismo, en la que ha ondeado la bandera de la dignidad sin arrogancia. Esa honrosa humildad llena de satisfacción a todos los países amantes del respeto mutuo y del trato en condiciones de igualdad. El presidente Obama y su homólogo Raúl Castro se han anotado una victoria recíproca que marca un memorable hito en la historia universal contemporánea. Hubo gente que no creyó en la viabilidad de la liberación de cinco jóvenes cubanos acusados y condenados por espionaje, sólo la fe y un absoluto convencimiento pudieron hacer que Fidel Castro expresara desde un comienzo: !Volverán!

Admito que de principio cuando leí los cables internacionales por Internet pensé que se trataba de una broma pesada de algún pirata de la red. No fue sino hasta que vi los noticieros de la televisión que mi mente aceptó la veracidad de la información. Ha sido un gesto valiente del gobernante demócrata norteamericano, el cual de seguro le coloca en una posición de vanguardia en el cambiante mundo de hoy. Circunstancias muy especiales habrían tenido que darse para semejante audacia política. El 27 de enero 2009 escribí para este diario un artículo titulado: Obama del dicho al hecho. En esa publicación expresaba: “Obama, joven henchido de ideas redentoras se convierte en el símbolo del cambio. Promete revertir junto a su pueblo la caótica pendiente por la que de una manera vertiginosa resbala la economía del dólar. Anuncia la creación de cuatro millones de empleos, terminar la guerra en Irak, reformar el deficitario sistema de salud, así como enderezar las torcidas finanzas. Consigue agenciarse el apoyo de un importante sector del poder mediático, grupos religiosos, artistas y escritores. Optimizó el uso de internet y la televisión, explotando al máximo sus grandes dotes de comunicador y de orador. Las condiciones objetivas y subjetivas coincidieron favorablemente para amalgamarse al carisma de un joven inteligente, agradable, sembrador de esperanzas, de mirada sencilla y sincera, amén de su pose humilde y decidida. Enmarcado dentro de un esquema con profundas raíces conservadoras, habremos de esperar para saber si sus planteamientos programáticos se plasmarán en realidades. Su reto es pasar del dicho al hecho, que ojalá le resulte ser un trecho corto”. En política, como en el deporte, y en la vida en general, lo más importante no es el cómo se inicia el juego, sino cómo termina la partida. Para expresarlo en el argot del ajedrez, Barack Obama ha cantado otro !Jaque mate!

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