Cuchito: ¡qué gran vacío nos dejó el coctelero!

Cuchito: ¡qué gran vacío nos dejó el coctelero!

Me dí cuenta que la parca te llevaría y por eso no resistí verte en tan lastimero trance, desde el momento que penetré al medio día en la habitación número siete de la clínica Corazones Unidos, el sábado trece, fecha en la cual el señor Pepín Corripio había escogido para agasajar a los colaboradores de sus periódicos El Nacional y Hoy, y que por ironía del destino coincidió con tu partida hacia lo ignoto.  Recuerdo que años tras años nos acompañabas en este relevante encuentro, en el cual con tus ingeniosos comentarios, pero también de cuando en vez, con tus mordaces bromas salpicadas de un humor agridulce, hacías que esas reuniones constituyeran un bastión de camaradería entre cooperadores de ambos rotativos, muchos de los cuales asistían después de pasar meses sin verse.

Hace unos veintitantos años, cuando inicié mi cooperación con mi desaparecida columna “Sábado x Sábado” en el diario Hoy que tan competente y talentosamente dirigías, establecimos de antemano los lineamientos a los cuales debíamos someternos.  Me expresaste, “controla un poco tu fogosidad y verás que nos llevaremos de maravilla”.  Te respondí con la ingenuidad de un novel que garrapatea cuartillas: “no olvides que firmo lo que escribo”, a lo cual respondiste, “si pero si te excedes y expresas algo que pueda ser motivo de demanda judicial, el responsable soy Yo. Desde ese momento dividimos el campo de las incumbencias y debo admitir que sólo una vez en todos esos años, me sugirió y lo acepté, cambiar un título con el que había querido reseñar una situación muy desagradable que estaba sucediendo, ya que le había expresado que si me cambiaban palabras en mis escritos, terminaría ese mismo día, mi colaboración en el Hoy.

En los días subsiguientes al fallecimiento de Cuchito, su figura se engrandece y sus amigos y relacionados se han volcado en merecidos elogios y virtudes que resultaría una majadería de nuestra parte el repetirlos.  Por eso, me limitaré a recordar situaciones personales por la cual le guardo respeto y gratitud a ese titán de la crónica deportiva y del periodismo nacional como lo fue Mario Álvarez Dugan, quien en cuatro ocasiones memorables para nosotros nos demostró solidaridad y amistad, sin tomar en consideración que una de las veces pudo haberle traído graves inconvenientes con el gobierno de turno, cuando injustamente fuimos acusados en el año 1985, de tratar de subvertir el orden público al protestar la asociación que presidíamos  APROTEX contra el Recargo Cambiario del 36% y encarcelados en un cuchitril del Palacio de la Policía Nacional denominado “Vietnam”.  Cuchito escribió un editorial defendiendo nuestra inocencia y también señalando que nos asistía el derecho constitucional de resistir ese gravamen económico que sumió en la miseria a miles y miles de productores de café, cacao, caña de azúcar y tabaco.  Otra ocasión memorable para nosotros, fue cuando falleció nuestra madre, el 15 de febrero de 2002. Uno de los primeros que estuvo a nuestro lado por mucho tiempo, no obstante sus obligaciones en el periódico, fue Cuchito.

Su inseparable compañera de más de cincuenta años Matilde, así como sus hijos, Jaime, Mario y Emil deben sentir una inmensa satisfacción  de haber tenido un esposo y un padre dechado de tantas virtudes, ponderadas hasta por los que le adversaron y también hasta los que ni siquiera le conocieron, pero supieron por trasmano de su límpido y caballeresco accionar. Cuchito, los que formamos parte de la tertulia dominical que por tantos años prohijaste, estamos pensando en reunirnos para continuarlas y así rendirte un homenaje permanente a tu memoria.

Como afirma el popular refrán “sólo se conocen los grandes hombres cuando se convierten en grandes muertos”. Para estar cónsono con el mismo, me convierto desde ahora en el abanderado para solicitar al Honorable Ayuntamiento de Santo Domingo -que no obstante Cuchito haber vivido su juventud en Ciudad Nueva, su adultez transcurrió en la calle que actualmente se denomina  Eduardo Vicioso en Bella Vista- que este nombre sea cambiado por el de Mario Álvarez Dugan (Cuchito). Ojalá otros colaboradores o reputados ciudadanos respalden esta merecedora distinción.

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