Cuentas que hay que tener claras

Cuentas que hay que tener claras

La administración del Estado entraña un ejercicio regido por preceptos éticos claramente definidos. El de la transparencia es, quizás, el más delicado de todos. En el caso de las “nóminas CB” o “nominillas” mediante las cuales se pagaría con dinero del erario a desempleados parciales de la reelección del Presidente Leonel Fernández, hay la imperiosa necesidad de actuar con absoluta transparencia y con la mayor premura posible. Una actuación de la autoridad que se presume ejemplo de moralidad pública no puede batirse entre las dudas dejando la sensación de que, entre otras cosas, se compite de manera desleal y se rompe la equidad que es consustancial de la democracia.

Ya debería haberse producido un informe oficial poniendo en claro estas cuestiones que atizan dudas y erosionan la credibilidad de quienes administran el Estado. Se presume que en la administración pública la facultad de dar empleo no puede acogerse a doctrinas, ideologías o parcialidades interesadas, sino, fundamentalmente, a la necesidad real de contratación y a la probada capacidad del o los contratados. Además,  toda función pública debe retribuir al Estado con trabajo real. Los peledeístas desempleados no tienen ni más ni menos derechos que el resto de los dominicanos, y privilegiarlos por su condición sería un grave pecado. Aclaremos las cuentas, y cuanto antes mejor.

 

Que se deponga la truculencia

El Colegio Médico Dominicano tiene en agenda, para finales de este mes, una paralización de los hospitales por tres días. Se trata de un estilo al que este gremio ha recurrido cada vez que tiene reclamos económicos que el Gobierno no atiende desde el primer momento. Cual si fuera una especialidad clínica, el presidente del Colegio Médico Dominicano practica la modalidad de privar a decenas de miles de infelices de los servicios de salud.

Justo sería que aunque fuese como ensayo, el colegio médico y las autoridades sanitarias practicaran de manera intensiva el diálogo franco, renunciando, ambas partes, al uso de los medios de fuerza que tienen a su alcance. Para llegar a alguna parte se necesita que los médicos dialoguen sin esgrimir el arma de la huelga, y que las autoridades hagan otro tanto sin anteponer arrogancia. Ambas partes deben mirar hacia decenas de miles de infelices que son los únicos perjudicados con la tozudez que exhiben.

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