Cuentos cochinos

Cuentos cochinos

MANUEL E. GÓMEZ PIETERZ
El encabezamiento no preludia una parodia “trigonométrica” (tipo chino-cochino) del excelente libro de Andrés Oppenheimer. Dios me libre de desvarío de tan mal gusto; sino una disquisición sobre la dualidad, que es tal vez la más acusada y significativa característica de la sociedad en el tercer mundo subdesarrollado. Es una constante en las sociedades de ese sub-mundo la coexistencia de un sector tradicional yuxtapuesto a un sector moderno minoritario, frecuentemente en la cúspide de la ola de la modernidad, la afluencia y el privilegio; es una dualidad horizontal.

Pero existe otra dualidad más perturbadora y funesta que se da entre lo formal y visible, que es como la parte flotante de un iceberg (que apenas representa la tercera parte de su volumen total) y la dos veces mayor, informal, sumergida, y al margen de toda norma y del estado de derecho. Llamémosla “dualidad vertical”. La primera constituye el dominio que propicia los “cuentos chinos”, la segunda, es la matriz prolífica de todas las formas y modalidades de corrupción: desfalco, prevaricación, peculado, chantaje, extorsión, nepotismo y soborno de doble vía entre otras. Es la dualidad de las sagas de corrupción; que inducen el asco, la indignación y el temor de la gente honesta; y conducen a la anarquía, al colapso del sistema y al desastre final. Y es además, la de los “cuentos cochinos”; que ponen en evidencia la falaz cochinada de los “cuentos chinos”.

Paradójicamente el sector moderno de nuestra sociedad no es modernizante. Sus principales figuras ejecutivas no han alcanzado la condición del auténtico liderazgo; que se adapta flexiblemente al cambio, lo propicia y promueve como generador de nuevas y mayores oportunidades para la empresa y la sociedad en conjunto. En cambio, la generalidad de nuestro empresariado no visualiza el atraso tradicional como obstáculo para el progreso, sino como un medio para obtener, a fuer de modernos privilegios de los poderes públicos que con el andar de los tiempos nuestra jerarquía empresarial ha logrado influir y hasta controlar por vía de una auténtica sinarquía que no es más que el enquistamiento de los poderes fácticos privados en los organismos decisorios gubernamentales. Es por eso que en este país las decisiones del gobierno perjudiciales a la cúpula empresarial son un auténtico cuento chino, como también lo es atribuir al elevado costo de la energía eléctrica la causa primordial de la baja competitividad de nuestro sistema productivo. Aquí no habrá DR-CAFTA y las razones verdaderas para ello serían materia de un cuento cochino.

Nuestro sistema productivo (con la posible excepción de la industria del turismo) ha sido históricamente un exportador neto de capitales. Las desproporcionadas ganancias que el desmedido proteccionismo industrial y la desvalidez del consumidor propiciaron, disfrutan de la seguridad de las bóvedas extranjeras y no tienen vocación de repatriación.

Carecemos pues, de los recursos de capital, de tecnología propia, de recursos humanos de alto nivel, de mano de obra tecnológicamente calificada y de los centros institucionales para su continua formación. Carecemos de un clima de negocios atractivo para el inversionista extranjero. La reconversión de nuestro sistema productivo es condición previa y sine qua non para poner en marcha un salvador proceso de apertura a las condicionadas oportunidades de la globalización.

Apertura y supervivencia son los conceptos fundamentales de la era global en que todo ha cambiado y el ayer ya casi es obsoleto. Tenemos que aproximarnos a lo global mentalizados con la convicción de que ningún país podrá sobrevivir sin apertura e inserción. Hoy todo está en movimiento hacia una nación única: el mundo, con economía única: la global. Las naciones particulares se irán depotenciando paulatinamente hasta convertirse en mera referencia geográfica. El peso político del país nación vendría dado por el grado de su participación en el mundo nación. Su cuota de poder, por las acciones legítimamente poseídas en El Mundo S.A. En este punto se habría producido una cesión sustancial de soberanía de lo nacional a los centros del poder supranacional, y el nacionalismo que conocimos en la era preglobal será sólo un concepto de interés arqueológico.

El párrafo anterior permite comprender por qué y bajo cuáles condiciones la apertura es salvadora. Lo es porque libera a los países pobres y atrasados de la condena que les impone una pequeñez de mercado que los obliga a producir y exportar productos primarios y de bajo valor agregado. Lo es, porque su acceso a mercados globales les permite aplicar programas de reforma e implementar políticas de incentivo atractivas al inversionista extranjero. Lo es, porque su inserción en cualquier esquema de libre comercio le ofrece el apoyo supletorio de los mecanismos y organismos legales supranacionales. Y lo es además, por el sustancial apoyo que recibiría de los demás países para llevar a cabo los necesarios programas de reforma.

Pero el hueso duro de roer es la formación de un clima de inversiones que por tímido que fuere exigirá un severísimo y previo programa de reformas políticas, económicas y sociales. De negociación y legitimación para situar los permanentes objetivos de largo plazo de la Nación Dominicana por encima de las contingencias del poder político, que nos convierta en un destino atractivo para la inversión extranjera interesada en participar de las ventajosas oportunidades del ya posible acuerdo de libre comercio DR-CAFTA. Porque que las reformas se efectúen pari passu con el acuerdo de libre comercio, es un cuento chino.

Lo que no es un cuento chino es que el ámbito criminoso de la informalidad sumergida, arropa y avasalla al ya carcomido espacio de una formalidad que se tambalea y que sólo la vigencia plena y vigorosa de un pleno estado de derecho puede rescatar y salvar. Es pues necesario y prioritario que el gobierno de las leyes reivindique la formalidad desplazando y sancionando al imperio de los corruptos y revirtiendo positivamente su esquema mafioso de relaciones.

Los cuentos chinos falsean interesadamente hechos, circunstancias y realidades. Los cuentos cochinos en cambio, pondrán en evidencia las tramas y cochinadas conspirativas exponiendo a la luz la realidad y sus causas, que los cuentos chinos quieren ocultar. El alcance que en este artículo atribuyo al “cuento cochino”, es el de la denuncia documentada y sistemática del acto de corrupción. La obra publicada recientemente por el doctor Marino Vinicio Castillo con el título “El Remolino del Juicio”, es el primer libro de “cuentos cochinos” que documenta parcialmente un breve capítulo de la corrupción dominicana. Agotar el copioso catálogo de la problemática política, social y humana de nuestro desdichado país como medio de diagnóstico, exigiría una gruesa antología del “cuento cochino” de la República Dominicana. ¡Y Dios y suerte que nos ampare!

Publicaciones Relacionadas