POR JORGE RAMOS
El Cuerpo Consular de la República Dominicana presentó el miércoles su concierto de gala con la Orquesta Sinfónica Nacional y la actuación especial del pianista cubano Víctor Rodríguez, en la Sala Principal del Teatro Nacional Eduardo Brito.

Con la dirección magistral del maestro estadounidense Jhon Dodson, el público tributó largos aplausos desde las 8:35 de la noche, cuando se escucharon los primeros acordes  de la obertura de “Las alegres comadres de Windsor”, del compositor alemán Otto Nicolai.

A continuación los gestos del director sinfónico dieron la bienvenida a Rodríguez y batuta en mano iniciaron la ejecución del Concierto No.1 en Mi menor, Opus 11 para piano y orquesta, de Frederic Chopin, una expresiva partitura de 25 minutos.

La pieza consta de tres movimientos: Allegro maestoso risoluto, Romanza y Rondó: Vivace, que contrasta con el movimiento anterior por su carácter alegre y juvenil, con abundantes pasajes de virtuosismo para el solista, donde el pianista cubano residente en España mostró su desarrollada técnica.

Tras un breve intermedio, la segunda parte del concierto del Cuerpo Consular incluyó la Sinfonía No. 3  en La menor, del ruso Alexander Borodin, y para finalizar, la orquesta interpretó las Danzas eslavas (1, 4 y 8), de Antonín Dvorák, inspiradas en folclore de Bohemia, con gran colorido musical donde nuestra Sinfónica exhibió toda la calidad de sus integrantes.

Cositas

Aunque la función estaba vendida, casi la mitad de los asientos estuvieron desocupados.

 La falta de cultura se puso de manifiesto en algunas personas que se mantuvieron conversando durante todo el concierto, cual si estuvieran en el patio de una casa.

 La solemnidad de una velada clásica hay que aprender a respetarla.

 Un concierto dirigido por Dodson y con Víctor Rodríguez al piano, merecía  un teatro más lleno.